En el avión se sentía la adrenalina que embargaba a sus nueve tripulantes, bailaban al ritmo de la música electrónica, e ingerían una gran mezcla de bebidas y comidas. Entre risas y anécdotas, planeaban todo lo que pensaban hacer en cuanto llegaran a Bruselas, llevaban dos horas de viaje y aún les quedaban unas ocho más de vuelo. Todos, excepto Samuel que se encontraba casi acostado en su asiento con los audífonos puestos y el iPad en las manos, mientras leía una revista de criminología y derecho penal.
—¿Samuel qué mierda haces? —lo aguijoneó Ian sentándose a su lado, con un vaso largo con un Kriptonita, coctel a base de vodka, licor de menta y piña colada.
Samuel le dedicó una mirada de pocos amigos al sentir que le quitaba los audífonos y el iPad, Ian leyó un poco del artículo y lanzó la tableta electrónica al asiento al otro lado del pasillo.
—No es un viaje de trabajo. Pensé que estabas viendo porno, pero leer eso sólo te jode las energías, vamos, ve a pedir un trago y disfruta que tienes cara de culo.
—Ian, no tengo ganas de nada por el momento. —Se puso en pie y pasó por encima de su primo, dejándolo completamente desconcertado.
Fue hasta el baño a lavarse la cara, a ver si el agua se llevaba el disgusto que aún sentía, desde el día anterior cuando discutió con Rachell, tenía ganas de caerle a golpes a lo que fuera. Practicar Capoeira durante la noche no le sirvió de nada. Abrió la puerta y sus ojos captaron a Diogo entre las piernas de su novia, que se encontraba sentada en el lavabo y se deshacía en jadeos.
—¡Mierda! –exclamó cerrando de un portazo.
—¡Es una fantasía, Samuel! —le dijo el Carioca al otro lado de la puerta.
—Para la próxima asegúrate de pasarle el seguro a tu fantasía —gritó con tono de rabieta, y pudo escuchar cómo la pareja encerrada en el baño se reía.
Se encaminó a la única habitación que poseía el avión, agradeció al cielo que se encontrara desocupada y se dejó caer en la cama. Definitivamente no estaba de ánimos, tal vez debió haberle hecho caso a Thor y no haber viajado, tenía razón, con el humor que se cargaba sólo arruinaría el ánimo de los demás.
Ian haló a Thor que se encontraba sentando en uno de los reposabrazos con los pies sobre el asiento, mientras disfrutaba la música, hablaba y reía con Thiago.
—¿Qué le pasa a Samuel?
—Anda con un humor del demonio, yo le dije que se quedará, pero no me hizo caso. —le contestó mirándolo a los ojos y desviando un vistazo fugaz a la puerta al final de la cabina.
—¿Y eso por qué? ¿Qué ha pasado?
—Discutió con Rachell... la mujer con la que andaba saliendo.
—¿Y por eso está así? Si nunca le ha importado, ¿quién es esa Rachell? Tiene que estar muy buena para que lo tenga así —dijo Ian asombrado.
—No sé si la conoces, es una diseñadora, déjame ver —respondió Thor sacando el iPhone del bolsillo de su bermuda—. Creo que tengo fotos por aquí, según él, primero era un buen polvo sin compromiso, pero la ha llevado a dormir al apartamento. Eso no es lo extraño, lo extraño es que duermen... ¡No sólo cogen, también duermen! Pero ayer cuando discutieron me insinuó que está enamorado, fue en medio de la rabia, pero blanco es, gallina lo pone...
Ian no pudo evitar carcajearse derramando un poco de su trago, mientras Thais lo miraba embelesada, aún ese hombre le robaba suspiros. No era suficiente tenerlo en su cama todas las noches, aún la excitaba como la primera vez que lo vio.
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Dulces mentiras amargas verdades (Saga completa)
RomanceEl director de una prestigiosa firma de abogados y exitoso fiscal del distrito de Manhattan Samuel Garnett, vive sin restricciones, experimentado, aventurero, apasionado e intenso. No le gustan los compromisos y se verá envuelto en una explosión de...