CAPÍTULO 13

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La mano enfundada en un guante banco del valet parking, le abría la puerta del copiloto a Rachell para que abordara la camioneta. Le tendió la mano para ayudarla a subir y ella le regaló una sonrisa de agradecimiento al hombre, que no aparentaba tener más de veinticinco y su apariencia latina le recordó a Víctor, pero vestido de traje.

Subió y Samuel se acercó a ella, pensó que iba a besarla sin siquiera poner en marcha la camioneta, pero se dio cuenta que sus deseos estaban errados en el momento en que él estiró el cinturón de seguridad y se lo colocó, para después hacer lo mismo con el suyo.

—Increíble la noticia con la que nos sorprendieron. —inició Samuel un tema de conversación mientras ponía en marcha la camioneta y Rachell encendía la radio sin ponerse a buscar, solo dejó que reprodujera la emisora FM 93Q Syracuse, NY, que era la que estaba programada y a un volumen que no intervenía en su conversación. Bruno Mars cantaba sobre esa mujer que hacía la diferencia entre todas, que, aunque hubiera mujeres más hermosas ninguna podría compararse con la que de verdad se quería. Sin embargo, Rachell, ni mucho menos Samuel le prestaban atención al tema.

—Aún no logro superarlo. —contestó Rachell cruzándose de brazos y observaba por el espejo retrovisor si pasaba algún auto—. Ahora. —le indicó a Samuel para que se pasara al otro carril de la vía y prosiguió con la conversación—. Va a ser difícil para mí. —murmuró con voz ronca, ante el esfuerzo que hacía por contener las emociones que la asaltaban.

Samuel se mantuvo en silencio desviando de vez en cuando la mirada del camino hacia ella y notaba el dolor en Rachell.

—Sé que es verdaderamente egoísta de mi parte. —continuó al suponer que Samuel guardaba silencio para no discrepar acerca de su comentario—. No esperaba que Sophia, se fuera tan lejos. —la barbilla empezaba a temblarle y aunque intentara mostrarse calmada no lo estaba logrando.

—Siempre podrás mantener contacto con ella, la tecnología prácticamente ha hecho polvo las distancias—. Trató de darle ánimos de esa manera y se estacionaba detrás de tres autos ante un semáforo en rojo—. También podrás viajar de vez en cuando a Brasil o ella podrá venir.

Aunque Samuel intentara reconfortarla sus palabras no la ayudaban mucho. No lograban el cometido y la sensación de abandono se abría paso en su pecho, una vez más le tocaba lidiar con una despedida para la que no estaba acostumbrada.

—Tal vez. —en ese momento no pudo seguir conteniendo su sentimiento y se le desbordó, dos grandes y pesadas lágrimas rodaron por sus mejillas.

Samuel que la miraba en ese momento sintió como si un yunque de acero le presionara con todo su peso el pecho. Sin pensarlo se quitó el cinturón de seguridad y se acercó a Rachell, le tomó la cabeza entre las manos y con sus pulgares le enjuagó las lágrimas.

—Soy una hija de puta... soy una maldita egoísta; porque no pude sentirme feliz por Sophia, solo pensaba en qué sería de mí sin ella... —murmuraba en medio del llanto, ante un Samuel que cada vez era más difuso a través de las lágrimas que le inundaban los ojos y le hacían la vista borrosa.

—Shhh... Shhhh. —le pedía que dejara de llorar y que no siguiera hablando de esa manera de ella misma, porque le dolía más a él que a ella misma—. No... no pienses eso Rach, es normal que te sientas de esta manera. —le hablaba y ella negaba con la cabeza e intentaba sorber las lágrimas.

—No, no debo sentirme de esta manera, Sophia no se lo merece, ella siempre ha sido mi punto de apoyo, la que muchas veces me mantiene con los pies en la tierra... —gimoteaba y sentía los dedos pulgares de Samuel arrastrar una y otra vez las lágrimas que se le desbordaban—, y no le estoy pagando de la mejor manera.

Dulces mentiras amargas verdades (Saga completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora