Adrenalina pura recorría el cuerpo de Samuel y no encontraba la manera de drenarla. Tenía que mantenerse impasible y ser completamente objetivo, cuando lo único que quería era sacarles a golpes las palabras que Sean Hardey, Bruce Borden y Brad Borden, no dejaban salir.
Se mantenían en un silencio que provocaba que su sangre se espesara, poniendo al límite su paciencia. Creían que el hecho de no mirarse o no hablar les evitaría que él los acorralara hasta las últimas instancias. Sabía que solo era cuestión de tiempo. Contaba con pruebas de que sí se conocían. Solamente quería que ellos se lo confirmaran y que dejaran de jugar a los malditos desmemoriados.
—Señor Bruce Borden, mire al señor Sean Hardey, usted dice no conocerlo, ¿está seguro de esa respuesta? —inquirió con voz parca. Aunque quería tratarlos como las ratas que eran, debía mantener el protocolo como fiscal.
Bruce Borden de cabellos claros, piel clara, aunque curtida por el poco cuidado con que la trataba y ojos color topacio, desvió la mirada a Sean Hardey quien lo encaró. De eso se trataba el proceso de careo, ponerlo uno frente al otro y que alguno cometiera el mínimo error.
—No recuerdo conocerlo, nunca mantuve una amistad con este hombre como su señoría indica —dijo con su voz adusta, tratando de ocultar ese nerviosismo que el temblor de sus manos delataba.
—Yo no he hecho ninguna acusación señor Borden. Ese no es mi trabajo, solo lanzo suposiciones, las cuales toman fuerza. Porque ahora me informa que cree no conocer al señor Hardey, pero en el interrogatorio pasado lo desmintió totalmente.
—Han pasado muchos años desde el incidente del cual me inculpan, y no sé cuántas personas he conocido. Yo solo digo que me están confundiendo con alguien más —argumentó con la mirada vacilante sobre la actitud pétrea del interrogante.
—Si hemos llegado hasta aquí, es porque no hay confusiones señor Borden. Su identificación y más allá de eso está la prueba de ADN que no deja dudas de que usted es hermano del señor Brad Borden. Supongo que sabe lo que es el ADN y los resultados que podemos obtener —advirtió para que se dejara de estupideces y afrontara la situación; que aceptara que lo tenía agarrado por las bolas y no iba a soltarlo.
—No estoy negando mi parentesco, sé que somos hermanos, solo niego de los hechos que se me acusan —alegó con un rápido parpadeo.
—Yo no lo estoy inventando. Ojalá fuera así, pero hay pruebas —informó con la mirada fija en cada mínimo gesto que se asomaba en el rostro de Bruce Borden.
Samuel deslizó su mirada inocua, pero al mismo tiempo segura hacia el otro Borden.
—¿Qué tiene usted que decir al respecto señor Brad Borden? —inquirió, mostrándose relajado, tratando de dejar la ansiedad de lado y disfrutar del momento.
—Nada señor fiscal, mi hermano le ha dicho la verdad, no conocemos a este señor —dijo ladeando la cabeza hacia Hardey.
—¿Y usted señor Sean Hardey? —hizo la pregunta y controlaba sus estribos, pasando ligeramente su lengua por la parte interna de su mejilla izquierda.
—Si ellos no me conocen yo mucho menos... solo quiero irme a mi casa, esta detención es absurda —rebatió con un tono de voz imperioso y Samuel sabía que se debía a los consejos del abogado que se encargaba de defenderlo.
Esas palabras despertaron a la Pantera, pero Samuel inspiró profundo, rodó la silla y se levantó con energía, tratando de controlar sus impulsos por golpearlos.
—Bien, ustedes no quieren colaborar y eso únicamente está agravando la situación... —Se encaminó a uno de los extremos del salón de interrogatorio y le quitó el control remoto que tenía el oficial que se encargaría de reproducir un video. Él no quería designarle esa actividad a nadie más, ansiaba ser el verdugo de esos hijos de puta.
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Dulces mentiras amargas verdades (Saga completa)
RomanceEl director de una prestigiosa firma de abogados y exitoso fiscal del distrito de Manhattan Samuel Garnett, vive sin restricciones, experimentado, aventurero, apasionado e intenso. No le gustan los compromisos y se verá envuelto en una explosión de...