CAPÍTULO 7

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Adormecida, Rachell se removió en la cama y rodó libremente por el amplio lecho, su cuerpo estaba adolorido sobre todo entre sus muslos y estaba segura que se debía a la cabalgata del día.

Samuel no estaba a su lado y la oscuridad que se apreciaba a través del cristal le anunciaba que era de noche y que había dormido más de la cuenta.

En ese momento fue consciente de que seguramente la habían dejado sola en la casa porque tenían planeado ir a Stephen Talkhouse, para seguir con la celebración del fin de semana. Se incorporó con rapidez y saltó de la cama, dejando en segundo plano sus dolores musculares. Corrió hasta la mesa de centro del juego de antesala de la habitación y agarró su teléfono móvil. Dejó libre un suspiro al ver que eran apenas entradas las seis de la tarde y que no era tan tarde como temía.

—Sam —lo llamó por si se encontraba en el baño—. Sam —Repitió el nombre y no recibió respuesta a su convocación, con iPhone en mano se dirigió al baño, donde definitivamente no estaba. Agarró un albornoz de paño que colgaba en el perchero junto a la salida del baño y se lo colocó. No creía prudente pasearse desnuda por la habitación, aunque estuviese en penumbras y por muy privada que fuese la playa.

Marcó al número de Samuel, necesitaba comunicarse con él para saber dónde estaba metido y si ella empezaba a arreglarse.

Sigue adelante, has tus sueños realidad, no abandones la batalla...

La canción irrumpió el silencio de la habitación y estaba segura que no provenía de afuera, mientras el tema seguía dedujo que ese era el teléfono de Samuel primera vez que le escuchaba con un tema personalizado. Normalmente lo tenía en vibración o en tonos universales de llamada. Se dejó guiar por la música y lo encontró sobre el diván que estaba frente al ventanal de cristal, con vista a la playa. La pantalla estaba iluminada y el corazón le dio un vuelco dentro del pecho al ver una imagen de los dos besándose y la llamada entrante no se anunciaba como Rachell, la tenía registrada como "Menina" las piernas empezaron a temblarle ante la emoción que la impactó con la rapidez con que un rayo partía un árbol en dos.

Agarró el teléfono de Samuel y se sentó en el diván y una vez más llamaba, pero esta vez no le prestaba atención al tono de espera, sino a la letra del tono con que él había personalizado sus llamadas. En el momento en que Matt Bellamy decía "No hay nadie como tú en el universo" a Ella estúpidamente se le derramaron las lágrimas, las que en vano intentó limpiar. No estaba segura de cómo se llamaba el tema, pero por lo más sagrado que lo averiguaría porque era realmente hermoso y le había derrumbado todas las murallas internas y eso que apenas escuchaba la primera estrofa, porque con la segunda se le iba al buzón de mensajería de voz.

Aunque su curiosidad bullía con insistencia al tener un objeto tan personal de Samuel en la mano, sabía que nada podía hacer porque no tenía la huella digital de él para desbloquearlo. Desistió de seguir llamándolo, solo para escuchar la primera estrofa del tema y prefirió buscar en su propio teléfono la manera de escucharla completa.

En el buscador escribió parte de la estrofa y el nombre del grupo. Estaba segura que era Muse porque la voz del vocalista era inconfundible y ¡ahí estaba! El tema con el que Samuel había personalizado sus llamadas se llamaba Invincible.

El tema expresaba lo que él más de una vez le había dicho, que luchara y no se dejara vencer, que contaba con él porque juntos podían lograr cualquier cosa que se propusieran.

Las emociones se le confrontaban dentro del pecho, Samuel le hacía todo más difícil, más intenso. No quería sentir esa presión, pero tampoco quería liberarse. Sabía que debía alejarse de él y recobrar su seguridad porque cada vez estaba más entregada a las necesidades que él había despertado en ella, sin embargo, tenían más poder las ganas que la obligaban a seguir entregándose a los sentimientos agridulces que él despertaba.

Dulces mentiras amargas verdades (Saga completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora