CAPÍTULO 33

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Las voces de Ian y Samuel hacían eco en el gimnasio, mientras la Pantera arremetía con fuerza contra los protectores que el chico de los tatuajes tenía. En cada puño, patada, rodillazo o codazo descargaban adrenalina durante la práctica de Muay Thai.

—Pantera has perdido fuerza. —Ian le pedía más potencia a los ataques de Samuel y le golpeaba la cabeza con el protector en contraataque.

Ambos se encontraban vestidos solamente con shorts de combate, mientras se movían con destreza encima del ring boxeo.

Los tatuajes que adornaban el cuerpo de Ian fulguraban ante el sudor y la vaselina que se aplicó previamente para que los golpes de su oponente resbalaran y no le pegara con tanta fuerza.

Samuel pateaba insistentemente contra los costados de su primo mayor que le rehuía obligándolo a recorrer el ring.

—Estás huyendo, no seas maricón —aguijoneaba Samuel riendo ahogado por el esfuerzo.

—No sabes más que patear, acércate, ponme la cara. —Hacía un ademán con el protector para que Samuel se acercara.

Samuel no le haría caso porque él se encontraba atento, pero esperaría el mínimo descuido para atacarlo y ganar el tercer asalto. En ese momento una de las vendas de los pies se le soltó y la pisó por lo que trastabilló, pero no cayó a la lona.

—Asegúrate esa mierda, no quiero que los créditos se los lleve el ring. —Pidió Ian bajando la guardia.

Samuel se dejó caer sentado. Se quitó los guantes y empezó a asegurar las vendas protectoras de sus pies, mientras sentía la energía bullir en su cuerpo. Cada latido que retumbaba en su anatomía era la adrenalina desbocada.

—Te ha llegado contrincante Pantera —acotó Ian al ver que las puertas de cristal se corrían y aparecía Thor.

—No he venido por ningún combate, estoy en papel de espectador —objetó Thor acercándose al ring.

Samuel se mantuvo en silencio, tratando de poner toda su atención en asegurar las vendas y así darle tiempo a Ian para que hablara con su hermano. Aunque la petición que estaba haciendo no la creía prudente.

—Que espectador ni que nada, ve a cambiarte, calientas un poco y subes. —Le pidió Ian con un tono de mando.

—Ian, no tengo ganas —contestó con apatía.

—No es que tengas ganas Thor, te estoy ordenando que subas al puto ring y te des unos buenos golpes con Sam —dijo de manera determinante.

—¿Qué esperas conseguir con eso? —preguntó Samuel elevando la mirada hacia su primo.

—Que se quiten las ganas de partirse la cara que se traen. Olviden las tetas que los traen de cabeza y vuelvan a ser los primos Garnett. No me metí antes por Reinhard, pero eso es lo que les hace falta y es lo que harán. —Sentenció quitándose los protectores y lanzándolos al suelo.

—Yo no voy a comportarme de esa manera Ian —intervino Thor que no estaba dispuesto a hacer algo tan absurdo.

—Lo vas a hacer ¿o le tienes miedo a Pantera? ¿Te has vuelto maricón ahora? —inquirió con la única intención de animarlo.

—Ni lo uno, ni lo otro. Sabes que Pantera nunca ha sido pelea para mí —dijo con suficiencia.

Samuel hizo un bufido de burla ante la estupidez que Thor acababa de proferir.

—Puedes burlarte todo lo que quieras, pero sabes que no eres más fuerte que yo.

—De qué te sirve ser fuerte, si con mi rapidez no te dejo tiempo a que me toques —azuzó Samuel ante la espina que acaba de clavarle Thor.

Dulces mentiras amargas verdades (Saga completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora