CAPÍTULO 27

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Tras vestidores todo era un completo desorden, en medio de la adrenalina que recorría a todos los diseñadores participantes de ese día. Fotógrafos, modelos, estilistas, entrevistadores, representantes, utileros. Todos caminando de un lado a otro, cada uno con el claro propósito de cumplir de mejor manera su función.

Rachell logró que Oscar y Sophia se quedaran con ella tras el escenario para que le ofrecieran ayuda, pero sobre todo para que le brindaran el valor necesario al momento de subir al escenario.

Había llegado apenas unos minutos antes, y aunque quiso asistir del brazo de Samuel no pudo, porque a los diseñadores consagrados y emergentes le prepararon otra área de ingreso al Lincoln center. Una alfombra roja los esperaba y como era de esperarse también algunos reporteros aguardaban por ellos. No solo norteamericanos sino corresponsales de todo el mundo.

Rachell fue solicitada por varios reporteros, entre ellos un corresponsal brasileño. El micrófono tenía el mismo logo del canal televisivo que la había fotografiado junto a Samuel cuando tenían poco de haber regresado de viaje. Y como suponía algunas de las preguntas que le formuló se vieron relacionadas con su pareja, las cuales ella trató de sortear para no dar una respuesta concreta.

No podía evitar ser una marioneta de sus nervios, pero también de esa felicidad. Podía decir en ese momento que su vida era perfecta, que todo lo soñado y más se había realizado.

Fotografiarse con los diseñadores que tanto había admirado y que ahora la trataban como a un igual, era casi, casi orgásmico.

Sophia la ayudaba junto a los utileros a elegir las prendas que empezarían a vestir las modelos, quienes en medio de la prisa se quitaban los albornoces blancos de seda y se quedaban en lencería para que las vistieran con la agilidad que la experiencia de años en el mundo de los desfiles les brindaba.

Rachell les daba el último vistazo y las iba colocando en fila, porque en unos minutos por fin sus diseños serían expuestos por primera vez en un desfile. Había quedado satisfecha con su colección primavera–verano. Pero a último momento asaltaban las inseguridades y le hacían un nudo en la boca del estómago.

—Estoy seguro de que todo va a salir muy bien, ya verás, apenas el evento termine empezaran a llover las ofertas —le hizo saber Oscar que se acercaba a ella y le masajeaba los hombros, tratando de relajarla.

Rachell se giró, no le dijo nada solo se aferró a él con fuerza.

—Tengo ganas de vomitar —murmuró escondiendo el rostro en el pecho de Oscar.

—Solo respira, inhala lentamente y de igual manera sueltas el aire... sé que crees en lo que haces, así que no dejes que nada te limite —pidió besándole la coronilla.

—¡Rachell falta muy poco! —La voz emocionada de Sophia se dejó escuchar—. Ven vamos ver —pidió arrastrándola a un lado, desde donde podía admirar la pasarela sin ser vista.

—En tres vamos con Winstead —dijo uno de los voceros y las modelos sin importar los altísimos tacones. Se acomodaron en las escaleras, esperando el llamado.

Oscar, le tomó la mano a Rachell, quien lo hizo con Sophia, porque sabía que no era exclusivamente su trabajo. Sus amigos también habían luchado día y noche, con lluvia y sol para vivir ese momento.

—Suerte —concedieron las modelos al unísono.

—A ustedes también —contestó la diseñadora emergente Rachell Winstead.

Afuera personas de todo el mundo se encontraban presente, y el mundo entero podía presenciar el evento a través de los medios de comunicación que los trasmitirían a gran parte del globo terráqueo.

Dulces mentiras amargas verdades (Saga completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora