El ceño intrincadamente fruncido y la mirada azul endurecida, era un claro gesto de reprimenda por parte de William Cooper que había hecho a un lado la taza de café, mientras que Carl Joseph, mantenía su mirada verde selva anclada en el remolino que se formaba en el oscuro y humeante líquido, al removerlo con infinita paciencia para que el azúcar se disolviera y con esa actitud evadía la situación.
Se encontraba en un pequeño café en Harlem, que estaba abarrotado por ser lunes y la hora del desayuno. Todos los visitantes o un gran porcentaje de ellos, eran funcionarios públicos.
—Tienes que hacerlo Garnett. —La voz áspera de Cooper, prácticamente era una exigencia—. Ya tienes todo y solo estás dilatando el proceso.
—Sé que puedo encontrar más pruebas, aún el hijo de puta de Hardey no se declara culpable —contestó renuente a seguir las sugerencias de su amigo.
—No hace falta su declaración, ya tienes los dos testimonios de sus secuaces, también está el de la testigo protegida. Eso es suficiente, piensa como el puto fiscal que eres y saca las conclusiones. Ya tienes todo lo necesario para dar el siguiente paso.
—Garnett —Intervino Carl elevando la mirada y anclándola en la miel de Samuel—. Cooper tiene razón, ya tienes todo lo necesario, si quieres esta semana estudiamos la teoría del caso, pero debemos pedir cita cuanto antes con el fiscal general y con la jueza, sino tu objetividad se irá a la mierda.
—¿Y si no te dan el caso? —inquirió con todas sus alarmas de preocupación activadas—. ¿Si deciden entregárselo a otro?
—El fiscal general, no va a perder el tiempo, asignando a otro fiscal, eso sería empezar de cero. Te he supervisado durante el proceso y sé que puedo y que no, avalar de lo que me entregues. Claro a menos que no confíes en mi capacidad.
—Joseph, confío plenamente en tu capacidad. Sé que cuentas con más años de experiencia que yo, pero este caso es el más importante que voy a tener en mi vida y tengo que hacer justicia. —Le dijo con voz calma para que entendiera su suplica.
—Estoy seguro de ello, pero piensa que más importante sería tu testimonio. Fuiste el único que presenció el homicidio y podrás explicárselo al jurado. A ti te van a entender y no solo se harán suposiciones de lo que pasó. Por ahora has hecho tu parte.
—Es lo que parece no entender —señaló Cooper ante las palabras de Carl—. No entiende que lo más importante ya lo hizo y que necesita abandonar el caso y actuar ya sea como testigo o como litigante.
—¿Cuándo puedes revisar la teoría del caso? —preguntó Samuel al fiscal que lo supervisaba—. Lo revisaremos en la torre.
Cooper dejó libre un suspiro que no pasó desapercibido para los presentes, echándose hacia atrás en la silla relajó el semblante. Al ver que evidentemente Garnett cedía a los consejos que le estaban dando.
—El miércoles, después de la hora del almuerzo. Pediré la tarde libre para estudiar a profundidad lo que tienes y pautar la reunión con la jueza. —le dio un sorbo a su café.
—Ya será para la próxima semana, el viernes y lunes no trabajo, voy a pedirlos porque tengo que viajar.
—Olvidaba que tenías que acompañar a tu mujer. Bueno creo que entre miércoles y jueves revisamos lo que tienes y la próxima semana pedimos la cita con el fiscal general para que nos busque la reunión con la jueza.
—La semana que viene es el careo de Brockman con los imputados. —interrumpió Samuel.
—Y de eso se encargará Joseph, tú te mantendrás en el salón de expiación. —ordenó Cooper que no se arriesgaría a enfrentar a Garnett una vez más con Brockman.
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Dulces mentiras amargas verdades (Saga completa)
RomanceEl director de una prestigiosa firma de abogados y exitoso fiscal del distrito de Manhattan Samuel Garnett, vive sin restricciones, experimentado, aventurero, apasionado e intenso. No le gustan los compromisos y se verá envuelto en una explosión de...