Exquisitas prendas de encajes y transparencias en color negro. Algunas con complejos estampados que daban un aspecto tornasolado y que comúnmente se apreciaban en las alas de las mariposas mientras aleteaban a la luz del sol o se alimentaban del néctar de las flores.
Era una combinación exótica y erótica, algunas prendas tan diminutas que dejaban muy poco a la imaginación, solo lo suficiente para dejar que los pensamientos volaran y alcanzaran los límites más ardientes del género masculino, así como llenar de seguridad y sensualidad a la mujer que vistiera alguno de los conjuntos de lencería.
Rachell apenas podía creer que tenía en sus manos las primeras prendas de la colección Night Butterfly, eran realmente agradables al tacto y lo más importante; estaba segura que podrían arrastrar miradas.
—Están perfectas —Se dejó escuchar la voz de Sophia emocionada—, quiero estos. —Se colocó el brassier por encima de la ropa.
—Te verás extremadamente sexy con esos ojos —dijo Rachell en medio de una carcajada.
—Ay Rach, por favor no me lo recuerdes —Le entregó la prenda sintiéndose completamente desanimada.
—Solo estoy molestándote un poco —Se acercó y le dio un abrazo—. Como sea te ves preciosa.
—Sí, por favor Rachell, me veo horrible y lo peor que serán ocho días o más ¿cómo se supone que podré ver a Reinhard? Definitivamente este fin de semana no podré ir.
—Él va a comprender —Mientras seguía abrazada a su amiga se acercó al oído—. Puedes pedirle que te cumpla la fantasía de vendarte.
—Suena interesante la propuesta —contestó ahogando una carcajada—, pero lo que me cuesta es la primera impresión.
—Tranquila Sophie, a ese hombre no le importará eso —Rompió el abrazo y la miró a los ojos para infundirle seguridad.
—Eso espero, aunque capaz y apenas me vea me manda de regreso. —soltó una carcajada burlándose de ella misma sin poder evitarlo.
—Buenas tardes —La voz de Samuel irrumpía en el lugar, saludando a los presentes.
Rachell se mantuvo con la mirada en Sophia, pero no pudo disimular la sonrisa y evitar que las rodillas le temblaran. Le gustaba demasiado cuando él la sorprendía de esa manera, cuando llegaba sin previo aviso. Samuel era el más bonito e importante de todos los sucesos inesperado que le habían pasado en la vida.
Antes de girar sobre sus tacones pensó en el movimiento porque temía caer, ante el descontrol que él ejercía en sus piernas y lo vio parado a un lado de la puerta con las manos en los bolsillos y su característica sonrisa de medio lado. Esa que ejecutaba el vacío en su estómago y la llevaba a los límites del vértigo. Muchas veces se preguntaba ¿si en él pasaba lo mismo? ¿Si ella tenía tanto poder sobre él?
Samuel vio a Rachell parada en el mismo lugar, no daba un solo paso y las manos empezaban a sudarle, estúpida y maravillosa sensación que lo consumía. Solo negó con la cabeza y sonreía, tratando de alejar tanto nerviosismo innecesario y se decidió a avanzar hacia la mujer que no se dignaba a quitarle la necesidad de su boca que lo atormentaba, reclamándole probarla a cada segundo.
Con sus manos cerró la cintura de Rachell y la miró a los ojos, pero antes de quitarse las ganas de besarla, sabía que debía apegarse a las normas de cortesía y saludar a Sophia.
—Hola Sophia ¿qué te ha dicho el médico? —preguntó y se percató que era más impactante de lo que pensaba.
—Los vasos sanguíneos, pero que en un par de semanas habrá desaparecido la mancha y ya deja de mirarme que me pones peor. —le dijo con toda la sinceridad que poseía
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Dulces mentiras amargas verdades (Saga completa)
RomanceEl director de una prestigiosa firma de abogados y exitoso fiscal del distrito de Manhattan Samuel Garnett, vive sin restricciones, experimentado, aventurero, apasionado e intenso. No le gustan los compromisos y se verá envuelto en una explosión de...