En la planta baja el área de la piscina ardía ante la temperatura corporal de los amantes que le daban rienda suelta a sus deseos. Mientras que, en la habitación de Thor y Megan, el calor empezaba a sentirse ante las velas que le amenizaban la velada que le daba vida a una de las fantasías de Megan y que estaban llevando a cabo como premio por haberle ganado a Samuel en el partido de ping pong.
Las manos de Thor se encontraban atadas al cabecero de la cama y llevaba puesta una venda de seda roja que contrastaba maravillosamente con su piel, él era consciente del peso de Megan que estaba a ahorcajadas sobre su dolorosa erección.
El olor a chocolate del aceite con el que Megan lo había masajeado estimulaba su sentido del olfato y ella se lo robaba de su pecho, sentir la lengua de su novia pasearse por su piel disfrutando del aceite con sabor a chocolate y estar atado era demasiado tormento para un solo cuerpo. No le quedaba más que contener sus impulsos al apretar sus dientes.
—¿Megan qué haces? —preguntó al sentirla muy callada.
—En un segundo lo sabrás. —le dijo ella con picardía mientras observaba cómo de la vela que tenía en su mano derramaba el chorrito de cera.
—¡Dios! ¡Mierda! Eso arde... ¡Megan! Me has quemado ¡Dios! —suplicó él, ardido al sentir la cera caliente de la vela caer sobre su pecho y contendiendo las ganas de gritar.
—¡Lo siento! Lo siento —suplicó aturdida y asustada levantándose rápidamente y colocó la vela sobre la mesa—. Te llevaremos al médico ¿te duele mucho? —preguntaba ante lo que era evidente, al ver como el rostro y cuello de su novio se habían enrojecido ante el esfuerzo. Agarró una toalla húmeda y se la colocó sobre la cera que se había secado y cuarteado sobre la piel quemada.
—No es necesario ir a un médico, ni tampoco que dejemos de lado esto, no vamos a dejar de cumplir tu fantasía —le hablaba volviendo la cabeza hacia donde su sentido auditivo le indicaba que se encontraba Megan, porque ella ni siquiera le había quitado la venda.
—¡Soy un desastre! —dijo llevándose las manos a la cabeza.
—No, no eres un desastre, es normal porque no tienes práctica, no sabes cómo hacerlo, me asustaría que lo hicieras perfecto a la primera. ¿Quieres usar cera? —preguntó sonriendo al sentirse más aliviado.
—¡No! Ya no... —aseguró nerviosamente.
—Te excita poder hacerlo, estoy seguro de eso... bien hazlo, pero Megan debes levantar más la vela para que le dé tiempo a la cera de enfriarse antes de que caiga en la piel.
—¿Lo has hecho antes? —preguntó ella ante la explicación de él.
—Algunas veces, pero nunca me lo habían hecho, por eso te digo como tienes que hacerlo... ya después me darás el placer de ver cómo cae la cera en tus nalgas. —le dijo con una sonrisa ladina.
—Está bien, te haré caso. —acotó subiéndose una vez más en la cama y se dejó caer sentada sobre él. No quería retomar lo de la vela de una vez, quería excitarlo nuevamente, volver a tenerlo amenazando contra ella, tan duro como estaba unos segundos antes, por lo que se acercó al oído de él y le susurró—: quiero que también veas como cae la cera en mis téticas y en mi pubis. —aprovechó la cercanía y le chupó el lóbulo de la oreja.
—Ay Megan. —chilló Thor ante la promesa de su novia y el poder de su imaginación, y aún a ciegas buscó la boca de ella.
Megan disfrutó del beso abrasador de su novio, de ese hombre que con su estatura ocupaba casi toda la cama, ella se sentía pequeña, pero al mismo tiempo tan poderosa. Le entregó su mentón y él le mordisqueó toda la línea de la mandíbula, obligándola a gemir y mecerse encima de él. Se besaron hasta que necesitaron respirar y entonces ella lo tenía una vez más como quería por lo que se incorporó y una vez más agarró la vela.
Esta vez la retiró lo suficiente del pecho de Thor, para evitar reincidir en el accidente y dejó que la cera cayera, en otro lugar. Thor jadeó y ella se puso nerviosa una vez más.
—¿Te he quemado de nuevo? —preguntó con la preocupación vibrando en su voz.
—No... no lo has hecho, lo hiciste perfecto. —le dijo con una maravillosa y extasiada sonrisa—. Sigue todo lo que quieras.
Megan sonrió satisfecha y dejó caer otras gotas en el abdomen, el jadeaba ante cada gota y ella empezó a hacer un camino por el centro del torso masculino, en medio de los músculos que sobresalían en su abdomen. Estaba segura que en los genitales debía ser doloroso, así que decidió no atreverse. Dejó una vez más la vela sobre la mesa y regresó para besarlo, para intentar ser más arriesgada con su lengua.
Ella anhelaba pasar los límites que hasta ahora se había impuesto, quería cada vez reinventar su manera en entregársele a ese hombre, dejar volar su imaginación y darles vida a sus fantasías. Debía aprovechar que había encontrado con la suerte de encontrar a un hombre dispuesto a cumplírselas todas.
Se deslizó por el cuerpo de Thor y con cuidado le quitó la ropa interior, ella ya estaba desnuda así que no tenía que perder tanto tiempo. Agarró el envase de aceite y se vertió un poco en las manos lo calentó al frotarse las palmas de las manos y estaba segura que era fiable usarlo en los genitales, ya había leído las instrucciones. Cerró con sus manos a la gran erección de su novio y lo friccionó de arriba abajo y viceversa. Lo hizo lento, muy lento y poco a poco fue aumentando la velocidad, mientras sonreía ante las suplicas de Thor, ante el placer que le estaba brindando y él le permitía saber que lo estaba haciendo bien.
—Así novia mía, más rápido... aprieta un poco más... así. —le indicaba cómo hacer—. Gira las manos, gíralas una en sentido contrario de la otra. —suplicaba y sus jadeos se convertían en alaridos.
Megan sin soltarle el pene se ubicó encima y se dejó vencer, dejando libre un largo jadeo, tan largo como el miembro de su novio, tan largo como él se deslizaba dentro de ella.
Thor sentía las muñecas adoloridas y quería recorrer con sus manos el cuerpo de su novia, quería mirar cómo ella se movía encima de él, que cara ponía ante cada movimiento, pero eso era imposible. Megan quería tenerlo así.
Megan danzaba y se mecía encima de Thor, jadeaba con su propio placer y quería más rapidez, más intensidad, por lo que se apoyó con sus pies sobre la cama y las manos en el torso de Thor, sin previo aviso enloqueció, al chico en el momento en que empezó a hacer sentadillas encima de él.
—¡Dios santo! —exclamó él saturado de sensaciones.
—Tranquilo, novio mío. —le dijo ella al ver que él hacía esfuerzos por soltarse.
Thor quería desbocarse, tomar el control de la situación y pagarle a ella con el mismo placer que estaba provocando en él. Agradeció al cielo no tener los pies atados y entonces los apoyó en la cama y la embistió con fuerza, con contundencia.
Ella se dejó vencer y dejó que él hiciera parte del trabajo, que la llevara a la gloria, que le hiciera alcanzar esa luz que la cegaba, ese momento en que su cuerpo se tensaba y todo era perfecto.
Momento después ese estallido anhelado llegó, amenazando con convertirla en millones de pedazos y él siguió y siguió torturándola a placer, y entonces fue el turno para Thor de quedar suspendido en el tiempo, de morir para segundos después revivir.
Megan le quitó la venda de los ojos y se besaron, mientras los latidos de sus corazones retomaban un ritmo aceptable. Ella lo abrazó y lo acarició, lo miró a los ojos y se perdió en ese mar enardecido en el cual se convertía su mirada.
Thor le cumplía otra fantasía a Megan y lo hacía con el mayor de los placeres. Ella no solo era sentimiento, era su complemento sexual, no le daba tregua y le brindaba la vida sexual extremadamente activa a la que él estaba acostumbrado. Megan lo deseaba a cada minuto, muchas veces era quien lo buscaba y le exigía que le hiciera volver el mundo del revés.
La mañana los sorprendió, mientras Thor retiraba con los dientes, la cera, seca y cuarteada de las nalgas de su novia; el sol no fue impedimento para que dejaran de lado la fantasía que llevaban a cabo.
NOTA: Esa casa está que se incendia Jajajaja
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Dulces mentiras amargas verdades (Saga completa)
RomanceEl director de una prestigiosa firma de abogados y exitoso fiscal del distrito de Manhattan Samuel Garnett, vive sin restricciones, experimentado, aventurero, apasionado e intenso. No le gustan los compromisos y se verá envuelto en una explosión de...