CAPÍTULO 15

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Los cuerpos de Rachell y Samuel se encontraban laxos y desnudos sobre la cama, después de una noche casi interminable donde se entregaron al placer, las oportunidades que las energías les permitieron. Ambos se encontraban durmiendo boca abajo, ella con los cabellos revueltos cubriéndole el rostro y algunas hebras sobre uno de los hombros de Samuel.

Las sábanas en el suelo al igual que la ropa esparcida por la habitación, eran la más fiel prueba del derroche, el iPhone de Samuel empezó a vibrar sobre la mesa de noche, siendo suficiente para que el molesto zumbido lo despertara, aún con los párpados pesados lo tomó y miró en la pantalla, utilizando uno de sus ojos, todo indicio de sueño se esfumó al ver que se trataba de Cooper, inmediatamente contestó la llamada, al tiempo que salía de la cama y se encaminaba a uno de los extremos de la habitación.

—Buenos días, Cooper, ¿qué me tienes? —preguntó en voz baja para no despertar a Rachell, pero sobre todo para que no se enterara de la conversación.

—¿Buenos días? ¿Estás en Nueva York? ¡Garnett aún estás dormido! —Soltó una carcajada sin poder creerlo—. Son las cuatro de la tarde.

—Solo estoy un poco desorientado Cooper. —Su voz ronca evidenciaba el letargo—. ¿Me tienes noticias? —preguntó desviando la mirada a su vientre y un cabello de Rachell se encontraba pegado, por lo que se lo quitó y se quedó observándolo, perdiéndose en la larga hebra azabache.

—Sí, bueno, fui a la dirección dónde se dieron los hechos... Te explico, voy a empezar de cero.

—Me parece bien, pero ya esa casa no existe, eso lo sé —informó adelantándose a la respuesta del funcionario.

—Sí, ahora es un hospital pediátrico. Sin embargo, voy a buscar al comprador del terreno.

—Podría ayudarte con eso... —Intervino, Samuel tratando de no ponerse en evidencia—. Necesito tu ayuda con las personas que viven cerca, muchos se han ido del sector, pero me gustaría que averiguaras dónde residen actualmente, esos son testimonios que pueden servir... Sobre todo, él de la señora Illona Wagner, sé que su testimonio es muy importante, pero no he podido dar con su paradero, lo único que sé es que se mudó a California, es necesario que muevas a tus contactos allá.

—Bien Garnett, voy a ayudarte en todo lo que pueda, pero primero quiero que me seas completamente sincero, no me voy a embarrar de mierda si no vas a confiar en mí, sabes que esto prácticamente es extra laboral y que para cualquiera podría ser una pérdida de tiempo, lógicamente he revisado el caso y quiero saber si el apellido de la víctima es solo coincidencia.

—No... —dijo casi en un murmullo y dejó libre un pesado suspiro, cerró los ojos buscando la fortaleza necesaria para confiarle a Cooper su secreto, tenía que dejarlo salir, si quería justicia debía hacerlo o seguiría estancando en su dolor y en su impotencia de no haber hecho nada—. La víctima es mi madre —dijo casi sin aliento y la marea de dolor se instalaba en su garganta—. Necesito resolver el caso Cooper, por favor... Tengo que hacerlo. —Suplicaba el niño atemorizado y herido que aún habitaba en él.

—Lo siento Garnett.

—No lo sientas Cooper, solo trabaja en el caso... Ayúdame a encerrar a los culpables, no voy a descansar hasta que le den cadena perpetua, quiero visitarlos a diario, que me vean la cara todos los días a través de las rejas, quiero verlos acabarse poco a poco, eso quiero, lo haré hasta que mueran ellos o lo haga yo. —Soltó todo ese veneno que serpenteaba en su ser, reteniendo las lágrimas de odio.

—Garnett, sabes que no podrás llevar el caso, apenas el juez sepa del parentesco no lo va a permitir, no serás objetivo.

—Me importa una mierda la objetividad, yo me voy a encargar del caso y quiero hacerlo cuanto antes —siseaba con la única intención de no despertar a Rachell.

Dulces mentiras amargas verdades (Saga completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora