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𝐄𝐦𝐦𝐚 era una chica con una vida relativamente normal, si ser la encargada de cuidar la gema del espacio junto a su guardián Hunter podría llamarse así.
Los problemas de ser una guardiana y todo los secretos que s...
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Al salir de ese ambiente estresante decidí bajar por las escaleras y recostar ligeramente mi espalda en una de las paredes pensando en todo.
¿Desobedecer a Tony era lo mejor? No lo creo, tengo un Padre, algo que extrañamente desee durante toda mi niñez, sonara egoísta porque de alguna forma daría a entender que con mamá no era suficiente pero es más que eso, ver a todos los niños cargados por sus padres, siempre sentí curiosidad que como sería tener a alguien que te protegiera de esa manera paternal.
Él es mi padre, los padres toman la mejor decisión para sus hijos, seguramente esa era la mejor decisión, firmar.
Si no lo hacía ¿que lograría? Decepcionar a Tony, no es lo que necesito ahora que acabo de recuperarlo.
Firmaré
Unos pasos en las escaleras me despertaron de mis pensamientos.
Era Steve, se veía mal, acaso... ¿Está llorando?
No pienso que esté mal pero, ¿Por qué lloraría?
Me acerque lentamente, estaba de espaldas por lo que no podía verme, cuando estuve cerca decidí hablarle.
—Steve, ¿estás bien?—pregunté con la voz más tranquila que pude.
Steve dio un pequeño salto al escuchar mi voz y note que limpiaba sus lágrimas con rapidez.
—Sí, todo está bien, ¿cómo estás Emma?—me preguntó con una sonrisa pero sus ojos rojos lo delataban.
Desviando la atención, claro.
—¿Por qué lloras?—ay Dios espero no estar entrometiéndome tanto pero él me importa bastante.
—No lloraba, tengo alergia—mintió.
—Si no quieres no tienes que decirme, pero es muy claro que llorabas, ¿necesitas un abrazo?—¿Enserio yo dije eso?
Steve me miro unos segundos y asintió. Le di una pequeña sonrisa y me acerque a él rodeando su espalda con mis brazos y él hizo lo mismo.
—Es Peggy, ella falleció—Demonios, demonios, demonios, demonios y más demonios, había escuchado algo de ella, pequeñas grandes cosas como que era el primer amor de Steve que él aún no olvidaba.
—Enserio lo siento...—demonios, ¿que debo decir ante eso?—lamentó tu pérdida—eso dice la gente cuando una persona pierde a alguien que ama ¿no?
Nos separamos del abrazo y Steve ya no lloraba.
—Tengo que irme, el funeral será en Londres.
Yo asentí—Nos vemos luego, cuídate—le di una pequeña sonrisa de consuelo y el asintió para luego irse.
