La alarma define su apertura constante, es otra entrada a la rutina diaria que compone viajes incesantes sin ningún rumbo, miradas desviadas, roces ligeros faltos de sensaciones, tropiezos, deslices, silencios, diálogos; la cotidianidad en sí magnificada por la voracidad del desgaste físico y psíquico constante, una cabeza exigida tanto al punto del colapso nervioso, un cuerpo afligido por el peso de la vida en su espalda, cromas rojizos en el cielo, un tren blanco con lineas azules incapaz de desviar su recorrido, solo avanza o frena, ni siquiera vuelve hacia atrás. Zapatillas de segunda mano, camperas originales, sonrisas fingidas tras un celular que alega algún catálogo en tu persona supuestamente mayor que la del otro, cada sonido subraya la consecuente apatía, cajas de cartón que albergan un futuro sin frío.
Se siente gélido hasta estando en verano, se siente como si no supiéramos que tenemos que sentir en esta constante búsqueda de plenitud o aunque sea completud, porque no podemos vivir plenos sin preguntarnos cómo hacerlo, no sabemos lo que nos falta y aún así lo llenamos con bienes materiales, momentos, personas, recuerdos felices, amor, dinero, trabajo, vida… ¿Se puede llamar vida? Si un infante en un país tercermundista le llama vida a dedicarle su infancia al trabajo pesado para sacar adelante a su familia, otros viajan, algunos no hacen nada para dejar de hacer algo con alguna soga que los ayude, el primermundista tiene la vida hecha antes de nacer ¿Eso es la vida?.El cielo mezcló los colores rojizos con algunos celestes y diverge en ellos uno grisáceo oscuro que de a poco se esclarece, día tras día embobados por un presente que nos rosa tan de lleno al punto de que nos nefrega, el polvo se expande por el mundo consumiendo a las personas, 21 gramos de cuerpos supuestamente imperfectos recorren las calles de esta ciudad desdichada, una que se sentía bien en algún momento pasado pero ahora solo infiere una búsqueda desesperada de huida ¿Huir de nosotros quizá? Ojalá podamos conocernos antes de escaparnos, ansio verme con vos otra vez, de nuevo en tus piernas tirados sobre el pasto, con esa vergüenza tras hacer mal el pedido de los batidos, te extraño mucho, me extraño mucho. Se acerca el final nuevamente, titila tan fuerte que me produce jaqueca, sigo escuchando un ritmo que no entiendo y trato de escribir todos los días, todo parece tan lento al mismo tiempo que se nos va fugazmente, la percepción del concepto cronológico rectilíneo absorbe nuestra capacidad de sentir al tiempo como lo que es, ese lento asesino del 2017 que se canso de matarse a sí mismo.

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Relatos de un don Nadie
RandomCompilación de textos reflexivos, anecdoticos y fantásticos