Reina

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Bella, caótica, de ojos que traspasan el cristal y parten la realidad, fragmenta el tiempo con su voz meliflua, su sonrisa es algo etéreo que define lo inefable, camina con distinción sobre lo normal volviendo su simple estadio un suceso increíble, margina toda idea marginal del mundo, ternura y fervor, de lágrimas sensibles que odian permanecer en su mirada, piel perfecta, ni flaca, ni gorda, ni alta, ni baja, ni mucho esto, ni poco de lo otro, es solamente ella siendo ella, hermosa a su manera, su compostura no se arraiga a su cuerpo, es un envase demasiado chico para tanta perfección. Espero jamás quebrarla, odiaria producir el llanto que devele su ser pesaroso, ella es la serendipia que jamás mereci, amo como me mira, su amor inmarcesible es mi bendición, me produce una limerencia desenfrenada que acosa cada centímetro del cuerpo al permanecer a su lado, es esa controversia factible que incorpora la locura a un estado racional, es el fuego que deseo que nunca se apague, ella, mi incendio efímero que duplica lo irrepetible de los segundos, amandome y amandola, amándonos, somos reyes del caos mas divino.

Relatos de un don NadieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora