Las luces de los coches rebotan en los carteles y alumbran las calles, el pasto se ve revestido de un blanco helado que decora la natura, una marcha se va dibujando en las veredas del centro, una que prolifera con el constante cobijo de los municipios capitales hacia la clase trabajadora, un cobijo estipulado ético sin ser merecido ese contexto, no deja de titilar ese pitido, las sirenas abordan todos los oídos pero nadie se percata, o no quieren percatarse de lo que pasa, es un incendio, uno cultural que va arrasando con millones de momentos, el incendio del que hablaba esa canción de Barroso, uno que consume la vida a la par de que no nos damos cuenta, se va llevando todo para que no lo hagamos nosotros, irradia algo; ese es el problema, al sentir algo no vemos necesidad de entenderlo, otra vez las vueltas de la mente jugando con uno mismo, no deja de dejar, las filas de personas con zapatillas fila que desfilan este cuento fílmico que parece afilar los dientes de quienes se comen este mundo para que financiemos esas filas, a veces todo parece un círculo vicioso y nos piden que no seamos viciosos, la misma historia de etiquetas que no simbolizan nada pero lo son todo en esta proposición alegórica de consecuencias, me había olvidado de las causalidades, ahora dudo del destino mientras escribo mi presente, uno que quiero regalarte, espero quieras este obsequio porque a mí nadie me lo preguntó pero yo quiero preguntarte, ya no quiero más mal, ya no quiero las cosas malas o que se sienta como vos decías… que no eras parte, nunca me sentí como dicen que se tiene que sentir esto, igual dudo de que eso que repiten sea algo que experimentaron, solo quiero espacio, esas charlas que conformaron un lugar sin necesidad de tenerlo, la historieta pasa mejor con whisky, películas e incesantes palabras compuestas de los dos, todos los días esta mierda me supera, pocas veces encuentro el finally found you porque nada opaca al grito, constante, relativo, consecuente, reflectivo, consumido sin llenar nada, la nada de nuevo, la gente feliz descansa en Chacarita, a los demás nos queda tratar de encontrar algo de sentido en la percepción de los sentidos, las hojas son arrebatadas de su hogar por las brisas, esas que son tan suaves como desentendidas de todo, perdimos los árboles para leer este libro ¿Valió la pena?.
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Relatos de un don Nadie
RandomCompilación de textos reflexivos, anecdoticos y fantásticos