Es otro día terminado sin saber cuándo empezó, nuevamente el silencio me hizo tanta falta como vos, pero hoy almenos tuve a mí voz, pude hablar, pude decir y ahora puedo escribir. La paranoia se mezclo con asombro cuando todo se puso oscuro, las mismas voces de siempre siguen diciéndome cosas que no entiendo, ojalá algún día cesen, la monotonía está pintando todo de un tono gris que no para de atraerme, no entiendo porque me gusta tanto no saber lo que siento, tal vez porque ya no es un no querer sentir, ahora por lo menos puedo decir que convivo con mí mente, hay días en los que me agrada, normalmente es irritante, pero compartimos ideologías, vivencias y sensaciones a pesar de ser tan distintos. ¿Cómo puedo ser diferente a mi mismo? Ni yo lo entiendo, tal vez no nos conocemos, quizá no entendemos realmente lo que es el yo o la autopercepción del yo en su escala más personal e íntima, como cuando dudas de tu propia risa, o las miradas no te ofrecen comodidad, siempre hay algo de distante entre lo que somos, lo que queremos ser y lo que proyectamos día a día, ser honesto con lo que sentís es la clave, porque podés mentirle al mundo pero a esa voz que te susurra cuando las luces se apagan no la podés engañar, sabes lo que sos, no importa lo dentro que este, las lágrimas se secan, las sonrisas pasan, las risas se terminan en algún momento; ese tono gris que está en tu vida aprecialo, de otra forma no te vas a dar cuenta de los colores.
Otra mañana de tantas, otra persona entre tantos,
Otra mirada entre llantos,
Otra nota baja con altas,
Otro altibajo, esquivando los atajos, para volar bajo en un cielo sin nubes, o vagar recto entre andenes sin rieles. Solo es algo más de todo esto.
ESTÁS LEYENDO
Relatos de un don Nadie
RandomCompilación de textos reflexivos, anecdoticos y fantásticos