Salida a 300 metros

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Busco un alto en esa estación que todavía no está terminada, pero vuelve a pasar a su par sin detenerse, otra vez está lloviendo, los edificios colorean cromas en el horizonte como todos los días, preparados para que los miren al lado de los árboles, pájaros, semáforos y humo. Otro estadio de fútbol susurrando los cánticos de su hinchada que quedaron en el corazón de la cancha, la voz de aquel músico que toco en la arena aún resuena en las vías del tren. Se aproxima mí destino, ese que repito con monotonía, desdén e intranquilidad, sigo siendo el mismo de hace un año, un poco más viejo, un poco más triste, también un poco más feliz, nosé como se puede estar como estoy, tampoco entiendo porque me siento tan complicado, tan irracional pero racionalizando las ideas al punto en el que la cordura pierde su sentido, este mundo de cuerdos es para los locos, estoy seguro de que si alguien comienza a cuestionar lo impuesto puede causar una revolución, porque es lo que todos buscamos, una voz que nos de arenga para gritar las cosas que no queremos, aunque nadie puede ser tu voz, vos sos la única persona que la tiene.
Las veredas continúan inundadas, los autos siguen pasando pero el trabajo me sigue esperando en la misma esquina de siempre, esa entre jufré y Godoy Cruz, la que me guarda cobijo mientras consume todas las ganas que tengo, salgo cansado como de costumbre, deje mí día en esas 8 horas de trabajo, ahora solo quiero descansar, mañana va ser otro día así, después va ser otra semana de la misma forma, y así se pasan los meses, ya pasó un año de que estoy acá, me está consumiendo la estática, necesito una salida de todo este cuento fúnebre que recitan los jefes, ese en el que te ganas la vida perdiendola en el transcurso, necesito un alto.

Relatos de un don NadieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora