Un príncipe perdido

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Siempre con esa mirada voraz, en busca de María, intenta descifrar como rescatarla de su sueño, pues en el su padre rompe su niñez con una entrada a la madurez prematura. Intenta, le habla cuando duerme, le cuenta sobre su castillo, la ciudad en la cual el es un noble, no es avaro de detalles y resalta cada rasgo de los días que vive, María, su alma gemela con la cual sueña cada noche vive encerrada, muriendo cada mañana y volviendo a la vida durante las noches, el escapa de la realidad para verla, para intentar ser eso que aminore la tristeza que carga su cuerpo, bailan juntos, pasean, se escapan de los brazos asfixiantes del padre, ahí ellos determinan que pasará, nada es imposible para el soñador más soñador de todos.
-LO LOGRE- Grita el niño con una hoja arrugada en su mano, corre a su alcoba, brazos negros lo sujetan y le impiden el paso, sabe que hay fuerzas que no permitirían traer a María a la realidad, el no tirita y lucha contra las voces, se acuesta en su cama, cierra los ojos, intenta verla, trata acallar los gritos para consolidar su sueño, recita el hechizo y ve como se difumina la realidad, ve lentamente volverse borroso su alrededor y las manos se juntan en un sólo par que lo sujetan de los hombros, los gritos tan estruendosos cambian a una voz algo ronca y logra entender lo que dicen -Despierta-.
El logra abrir los ojos y sólo pregunta por María, tarda en darse cuenta de que es el padre de María quien lo despertaba a sacudidas, con llanto en los ojos le dice -Creí que te perdía- el no entiende nada de lo que sucede sólo se safa de sus manos y corre, busca a María en toda la casa, no la encuentra, falta su habitación, falta su ropa, sus juguetes y sus pertenencías, el no acata de que el padre de María lo trata de hijo, entre lágrimas le pregunta -¿Dónde esta María?-, el padre no responde, no conoce a dicha persona, con confusión y preocupación intenta detenerlo, calmarlo, el no se deja y corre fuera de la casa, recuerda sus sueños, ve los caminos que recorrió con María, los sigue y lo conducen hasta la casa de ella, pero nunca había notado la cruz de la entrada, la busca vanamente, se rinde y ya desdichado la ve, ve su nombre "María", ve dos fechas, ve la piedra tallada, ve su tumba.

Relatos de un don NadieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora