Dudas de madrugada

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¿Será que la respuesta calme al alma? Ya no se que es el alma siquiera, 21 gramos de mentiras inhalados por el mismo adicto que intenta por enésima vez salir de si mismo, no hay soga que calle a la mente. ¿Será que la vida tiene un sentido? Hay tantas respuestas como personas, pero sigo sin tener ninguna, creo que ese en sí es su sentido, el sin sentir de una huida hullendo de si misma.
Si no respondo nada ¿por qué preguntar?, si no callo nunca ¿por qué seguir hablando? la luz irrita mis ojos ¿cuando los cerraré finalmente? Se que por ahora los pasos que oigo son de ese pesar tocando las puertas del autoestima, ¿no había superado esto? Es más ¿se puede superar? ¿Como vencerme a mí mismo? Una pregunta que envuelve más preguntas y así incesantemente, nuevamente las gotas caen sobre mi pecho cual punzadas, ¿debo hablar?
Es tan irritante, complejos autodestructivos fotocopiados en 3d, soy yo nuevamente, ¿cuando deje de serlo? La respiración no se escucha, zumbidos adornan el silencio acompañado de otra noche fría, quiero congelarme, sensar por cada centímetro de la piel un frío que despierte a todas las células del cuerpo, ¿merezco esto? ¿Que es esto? ¿Que está pasando? La única respuesta que tengo es que ya pasó.
¿Cuantas palabras hacen falta para satisfacerme? Necesito una frase que me complete, dar por finalizada esta brecha entre la insuficiencia y tu mirada, no me vuelvas a mirar, mírame, ¿por qué es tan difícil odiarte? Necesito ya no necesitar, un alto que disminuya la falta, un bajo que suene en lo alto del barco, en la torre del vigía ya no hay marinero, chocamos con otro iceberg, nos hundimos, me hundi, la última pregunta es ¿cuando me subí al barco?

Relatos de un don NadieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora