Fuego

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Un epitafio quimérico, inerme y voraz padeciendo su periplo, exuberante longevo, innovador provecto, caminante eterno descalzado. El humano lo creó a pesar de ya existir, su nombre es su condena pues al coexistir devasta, vulnera y extingue, al ser consume, consuma un embeleso momentáneo.
Al verla divaga, intenta acrecentar su figura pero al estar juntos ella lo expele, su proximidad es una injuria, Zeus lo desterró del cielo destinandolo a vagar mundanamente, poseidón lo condenó a ser maravillado por el agua, irónicamente ella lo apaga. El fuego igual que el hombre prevalece constancia sobre su verdugo.
La terca felicidad es la cualidad de nuestra condena, apagarnos es nuestro destino para por fin alumbrar eternamente.

Relatos de un don NadieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora