Secretos

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Shaoran:

Estoy despierto desde hace veinte minutos, y en todo este tiempo no dejo de contemplarla. Mis ojos recorren toda su bella anatomía, su suave y tersa piel blanca, y sus cabellos amielados desparramados por toda la almohada.

La beso lenta y dulcemente, desde su nuca hasta bajar por su espalda y redondo trasero. A pesar de su edad tiene un bello cuerpo de diosa.

Eso me hace pensar¿Cuántos años puede tener Cerezo? Porqué de los veinte años estoy seguro que no pasa.

—Buenos días—me saluda con su coqueta sonrisa.

—Buenos días—le respondo sin dejar de admirarla—. ¿Te han dicho lo preciosa que te ves al despertar?

Se sonroja y baja un poco su mirada, me acerco y la envuelvo entre mis brazos. Amo tenerla así, sin hacer y decir nada, solo sintiendo nuestro calor y nuestros corazones palpitando a la par.

—No—me responde—. Eres el primero que me dice esto.

Sonrió por ello, levanto su rostro y beso sus labios, la manera que me besa es…¡Dios tan delicioso! Es una experta en besos profundos e intensos.

Sabe besar tan bien.

Envuelve mi cuello con sus brazos y el deseo nos envuelve nuevamente. La hecho en la cama y volvemos a envolvernos en esa llama de pasión y placer que nuestros cuerpos desnudos reclaman.

Cada vez que la embisto y arquea su cuello siento que es la primera vez que se entrega de lleno a alguien. Recorro su cuerpo de pies a cabeza y me bebo todo su olor que desde la primera vez me volvió loco.

—Ahhh Shaoran—su voz excitada me eriza la piel, mis embestidas son fuertes y salvajes, su cuerpo está acostumbrado al mío, me roba los sentidos por completo y suspiro por tanta locura.

—Cerezo eres tan hermosa, me tienes completamente loco—jadeo y mi liberación está muy cerca, me llena de besos en mi cuello, sus uñas se clavan en mí espalda, ambos terminamos al mismo tiempo.

Nos miramos con la respiración acelerada, nuestros cuerpos húmedos nos piden a gritos que nos quedemos así. Acomodó un mechón de cabello detrás de su oreja y acaricia su mejilla en mi mano, dejando un tierno beso.

—Es la primera vez que deseo que alguien no se vaya de mi habitación—confiesa—. Pero soy consciente que tú solo estás acá por desestresarte, y mientras eso suceda estoy dispuesta.

En sus palabras siento resignación y mucho resentimiento, desde el instante que la tomé por primera vez nunca la ví como un objeto de placer y desfogue.

Al contrario quise protegerla, cuidarla y tantas cosas que con ninguna otra mujer me ha nacido.

—Cerezo, me gustaría que me tuvieras confianza, háblame de tí—se sorprende por ello.

Mueve su cabeza y dibuja patrones en mi pecho con su dedo, se acurruca a mi cuerpo como niña chiquita y la abrazo. No la voy a presionar. Sé que alguna vez me dirá su nombre y se abrirá conmigo.

—Mi vida es una completa mierda, nunca he conocido la palabra cariño—se aferra con fuerza y la abrazo cerrando mis ojos.

Es un comienzo, sé que poco a poco entraré en su corazón.

—Cuando quieras desahogarte cuenta conmigo, Cerezo—me mira y sonríe, la beso nuevamente, jamás me cansaría de hacerlo.

Sus labios son mi perdición así como su cuerpo, me tiene atrapado. Atrapado de su belleza, de su mirada de niña mujer, de su bello cuerpo y no está quedando nada de mí.

C̾a̾u̾t̾i̾v̾o̾ d̾e̾ t̾u̾ C̾u̾e̾r̾p̾o̾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora