Intentando Acercarme.

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Desde que esa bella ninfa de ojos verdes esmeraldas se fue de mi consultorio, he estado distraído más de lo normal.

Todo lo que me hizo sentir y despertar en un solo toque y roce que tuvimos me ha dejado con inmensas ganas de tomar una ducha demasiado fría.

Algunos se han dado cuenta de mi distracción y el no poder concentrarme en el trabajo. A las dos horas que ella se fue, llevándose la magia que entró junto con ella, una mujer embarazada entró al centro de salud a punto de dar a luz.

Todos dejamos a los pacientes externos para correr en su atención. El obstetra y el ginecólogo revisan sus signos vitales tanto de la madre como del bebé.

Yo estoy a un lado tomando apuntes y ayudando a controlar las contracciones. Una hora después las contracciones eran cada minuto, fue el momento de ingresarla a sala de partos.

Fué desgarrador ver a la mujer dar alaridos de dolor, el pujar tan fuerte y hasta desgarrarse. Pero todo valió la pena en el tercer puje un hermoso varoncito nació con muy bien peso y talla.

La madre quedó agotada pero feliz en ver a su bebé, que lo bañaban y cambiaban.

Cómo el pediatra está con día libre, me tocó a mí, velar por los signos vitales del bebé. Su corazón fuerte me indica que está muy sano, pero al ver succionar su dedo con tanto desespero era señal de que está hambriento.

La madre es trasladada a uno de las salas dónde hay una habitación para las mujeres que recién dan a luz. El ver a ese bebé prenderse del seno de su madre me hizo sentir tan cálido.

Todo salió bien, cada dos horas hago una ronda y veo a la madre con el bebé y voy monitoreando que todo esté bien con ellos. Ha llegado la hora de salir, pero en toda la mañana he estado con mi cabeza en ella.

A pesar de haber estado en cuerpo ahí en el parto y con otros pacientes, al final he tenido algunas torpezas, muy raro en mi.

Mi mente no ha estado en el centro de salud.

Se fué junto con ella, llevándose toda la luz que iluminó ese momento.

Me jaló los cabellos con fuerza, recogo mi maletín para salir y dirigirme a mi departamento, estoy saliendo ya del lugar y Terada me detiene.

La mirada que me da no me gusta, es como si supiera algo de mí, en eso sus facciones cambian de serio a pícaro.

¿Y ahora qué le pasa a éste?

—¿Pasa algo Terada?—pregunto extrañado.

—Así que ya te visitó las tantas ahijadas de la zona rosa—responde sonriendo.

—No sé de qué hablas—respondo haciéndome el desentendido.

—No te hagas Li, se que en la mañana entró a tu consultorio una jovencita con un vestido muy sugerente, no es necesario ser adivinos para saber a qué vino.

—Mira solo vino a pasar consulta y le recete algo para el dolor de cabeza, no sé qué más estás pensando tú—contesto fastidiado.

—Eres nuevo Li, solo te aconsejo que si te involucras con ella o alguna otra muchacha de ese lugar hazlo con discreción, a veces la gente y más los de este lugar son un poco... escándalosos.

Me da una palmada en el hombro e ingresa al centro. Lo quedo mirando, no entendí bien que me quiso decir. No sé si tomarlo como consejo o advertencia, además dudo mucho que ella vuelva por acá.

Tienes su número, mueres en el fondo por verla nuevamente, estar solos y disfrutar de ella.

Maldita conciencia e instintos. Camino hasta mi departamento a descansar, saco el número que ella me dió.

C̾a̾u̾t̾i̾v̾o̾ d̾e̾ t̾u̾ C̾u̾e̾r̾p̾o̾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora