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Dos semanas después, Bucky y Steve volvieron a cruzarse en el cine bajo el edificio, y esta ves fue a toda luz del día, bueno, la luz que apenas se filtraba dentro de ese cine.

Que demonios, a veces Steve sentía que estaba entrando a un lugar clandestino, siniestro incluso. Había tenido que prometer a sus padres que iba a ver películas independientes y clásicos, pues ellos habían cuestionado de que se trataba de  películas para adultos. 

Steve les dijo que si quisiera ver cosas así buscaría en internet, entonces su padre había asentido y su madre le había dado un lago sermón sobre cómo esas cosas dañaban su mente cuando apenas estaba madurando.

Entonces Steve les había casi jurado que no estaba interesado en cosas así; pero su padre, más tarde, lejos de la vista de su madre, le había dicho que le entendía, pues era un adolecente y ellos no estaban en los años cuarenta. Steve había puesto los ojos en blanco sin poder creer que el problema sea sobre lo que fuera a ver a que le dejarán salir con quince años a un lugar escondido de la ciudad. Sinceramente había creído que le pusieran la condición de chaperon.

Steve había replicado a su padre que realmente no estaba interesado, pero su padre había pensado que su hijo se pasaba de inocente. Al final ni importo, pues no volvieron a molestarlo y el tema murió.

Pero en ese momento Steve estaba pensando en eso porque la película que estaba siendo proyectada tenía una escena erótica que de algún modo estaba calentando sus mejillas, y no sabia si era porque la pantalla era muy grande, porque eran dos hombres los protagonistas de esa escena o porque Barnes estaba dos filas atrás de su asiento.

Genial, ahora ambos sabían que habían mirando eso. Y Steve se repitió: no importa, no importa, pero en el fondo le estaba importando. Vamos, no era la primera vez que veía escenas así en estas películas, de hecho muchas de las películas independientes eran más explícitos en los desnudos que las películas comerciales. Aunque de una manera mas natural que esas. Así que Steve comenzó a criticar mentalmente que en las películas comerciales a veces vendían erotismo de una manera tan artificial como el porno.

Para el final de la escena estaba más tranquilo y, cuando la película termino, estaba decepcionado, pues los protagonistas de la escena de sexo no se quedaron juntos. A Steve le pareció un pésimo final. Bien, la vida real no es Disney, no hay felices por siempre, pero igual, a veces odiaba esos finales realistas.

—Mierda de película.

Steve se detuvo, estaba caminando por el corredor  dónde se exponía los póster brillantes de las futuras funciones, levanto la cabeza y se dió de bruces con otro cuerpo. Uno que era mucho más alto que él. Barnes.

—Oh, lo siento, Rogers.

—No hay problema — respondió Steve con simpleza, se acomodo los lentes y volvió a caminar.

Ninguno hablo. Steve supuso que no hablarían como esa vez, pero ambos seguian el mismo camino hacia la salida, y Steve pensó que esto ya estaba siendo ridículo.

—Yo tambien pienso lo mismo —Steve mencionó, atreviéndose a girar la cabeza levemente, y cuando se encontró con Barnes, este también lo miraba —sobre el final de esa película —aclaro Steve, señalando con una mano la sala que dejaban atrás.

Barnes pestañeo. Abrió la boca. Parecía confundido, como si le hubieran preguntado de que estaba hecho Marte de pronto.

—Yo solo digo —continuó Steve, volviendo la vista hacia adelante— que si él se separó de la mujer, se hubiera quedado con el otro.

—Sí, incluso si no lo merecía, debió ir en busca del otro policía—opinó Bucky, ya encontrando el hilo de la novedosa y extraña conversación. No por el tema sino por quién estaba al otro lado.

—Seguramente es para sacar una secuela —Steve hablo con fastidió, y es que no era muy fans de las secuelas, ni hablar de las sagas de libros ¿Porque tanta lata sobre un mismo tema? Vender.

Bucky rio. No por el comentario, Rogers tenía la misma expresión de aquel día de la gran pelea hace un año, cuando fueron enviados a la dirección, solo que sin suciedad en la cara.

—Aunque debo reconocer que tenía bonita fotografía —expuso Bucky. Al decirlo estaba escuchando la risa de Dernier por lo sabelotodo que se escuchaba al hablar así. Es básico, idiota, se habría defendido.

—Muy bonita, y los escenarios. Ese paisaje de árboles dónde ellos corren en distintas situaciones, con distintos estados de ánimos.

—¡Lo sé! —se emocionó Bucky, y era como, como si por primera vez alguien de su edad hablara su propio idioma.

Y Bucky se soltó, y hablo lo que con sus mejores amigos no había podido hablar. Criticar u opinar sobre una película. Escucho a Rogers también y como estaba deacuerdo en varias cosas y en otras no, pero en el que todos sus fundamentos eran interésantes. Muy bueno, muy bueno.

—Bueno, yo ... Me voy por allá —de pronto dijo Rogers, se habían detenido en el paradero. Bucky vio que era su propia parada, los buses rojos desteñidos.

—Claro Rogers, nos vemos.

Steve alzo su mano en señal de despedida y se giró, pero como si fuera jalado por un misterio hilo, que no tienen que ver con el mito japonés del hilo rojo y esas cosas cursis, volvió la vista hacia su compañero de escuela. Barnes también lo miraba, sonreía.  Steve pensó, inevitablemente e irracionalmente, que Barnes tenía una bonita sonrisa.

Bucky & SteveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora