Bucky & Steve

2 (Prólogo)

Había tres cosas que James Buchanan Barnes, más conocido como Bucky, amaba: lo primero, eran los libros, pero no todos los libros, sino las que contaba historias que podía devorar toda una noche. Libros de ciencia ficción, magia, terror y misterio; tenía una buena cantidad en su librero, librero que veces su madre le gritaba para que limpie, también los tenía en digital. Lo otro que amaba era la tecnología, y dirán que es algo típico en un adolecente de quince años, pero es que él iba en serio. Quizá no tenía suficiente dinero para comprar cada novedad que aparecía; sin embargo, siempre investigaba sobre las nuevas tecnologías, veía programas e iba feliz a una u otra conferencia que industrias Stark presentaba. Incluso si tenía que arrastrar Gabe o Jacques, sus mejores amigos de toda la vida, bueno la vida de niñez y adolescencia. Por último, quizá no tanto como amar, era la escuela: estar con sus amigos, estudiar, aunque eso no lo decía en voz alta, y las distintas actividades. Le encantaba ese mundo, y a pesar que un día se terminaría, estaba seguro que lo mantendría en su memoria para siempre. A menos que pierda la memoria y solo le quede las bonitas fotos que le gustaba sacar.

Bucky no se consideraba un chico popular, pero lo era, y tampoco se consideraba un cerebrito, pero era casi como un genio en todo lo que hacía, excepto en arte ¡era terrible! Sus dibujos eran palitos y circulitos. También era parte de varios clubs donde destacaba: futbol, mecánica y hasta el de música, aunque este último estaba escaso de instrumentos.

James estaba juntado dinero para comprarse un guitarra o una batería, aunque no se dedicaría a la música. No, él iría a la universidad, luego formaría una empresa de tecnología, quizá no tan grande como el de Stark o Wakanda, pero si una en la que sería su propio jefe; pues seguir ordenes de sus padres y profesores eran suficiente para toda su vida.

Sí que sí, Bucky lo tenía todo planeado, mientras tanto, su vida en la escuela debía ser disfrutado.