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Steve sentía que había llegado la primavera a finales de febrero, pero en realidad aún era invierno, aun hacia frio y tenía que usar una chalina que le cubría casi toda la cara. Solo había espacio para sus ojos, también escondidos detrás de sus lentes de pasta. Ojos que apenas dirigían a sus compañeros, pero que habían ganado una nueva capacidad: encontrar a Bucky. Pero no quedaba ahí, pues al hallarlo, se mantenía observándolo como si el cielo de primavera se tratase. Incluso si solo era Bucky siendo Bucky, a veces distraído, leyendo un libro en su pupitre, conversando y riendo con sus amigos o prestando atención al profesor en alguna clase común.  

No obstante, como la luna girando alrededor de la tierra, no paso mucho para que Bucky se diera cuenta. Y demonios, su corazón no era demasiado fuerte. Al inicio, cuando eso pasaba, cuando Bucky lo pillaba mirándolo, él apartaba la vista de inmediato, fingiendo demencia como los grandes. Era raro, gracioso, pero raro. Y luego, luego fué más raro aún, pues todo aquello se convirtió en una danza, donde las miradas de ambos eran tiradas por fuerzas invisibles.

Empezó a inicios de Marzo, un día rutinario. Steve estaba de camino a otra clase cuando lo vió. Apoyado de manera despreocupada en uno de los viejos casilleros, Bucky charlaba ameno con alguien, y como ya parte de él, Steve continúo contemplandolo sin detener su caminar. Cuando de repente, Bucky giró la cabeza lo suficiente para que sus ojos se encontraran. En menos de una décima, como si le pusieran un reflector en la cara, Steve desvío la mirada, sin embargo, está vez, como tirado por alguna fuerza universal, al segundo después volvió la vista hacia su compañero. Bucky aún lo observaba. Y una supernova. Todo se silenció alrededor y el tiempo pareció ir lento, y mientras los ojos de Bucky  parecían haber descubierto algo dentro de los suyos, Steve encontró en los ojos de Bucky estrellas, azules, rojas y de colores imposibles. Aunque luego hubo otro tipo de estrellas cuando se dio de bruces con la puerta de un casillero abierto; le dolió hasta que le juró a todas las generaciones de aquel metal oxidado, y se tuvo que cubrir la boca con una mano para que no escapen más palabrotas al tiempo que frotaba con la otra lo que se formaba como un chinchón en su frente. Entonces, al acordarse de Bucky, volvió la vista hacia este. El maldito se estaba riendo.  Aunque igual no le importó del todo, le gustaba verlo reír. Era precioso.

Luego fue al revez, o quizá fue esa ley de la física que tuvo que memorizar sobre: “acción y reacción”. Cuando un par de días después, en medio de una clase, podía jurar que sintió que había una fuerza conocida sobre él, una fuerza que provocó que quitará la vista del pizarrón para girar a su lado derecho. Y lo encontró, a dos filas de su asiento, los ojos claros de Bucky estaban sobre él. Sin embargo, Bucky lejos de reaccionar como él lo hacía, no aparto la mirada, tampoco hizo un movimiento de cabeza como a veces lo saludaba, no, solo se quedó ahí, mirándolo fijamente. Steve no pudo alejarse esta vez, incluso cuando se le erizó el cabello de la nuca y sintió un hormigueo en las manos. Pero una tiza blanca reboto en la cabeza de Bucky, se escuchó un: "Barnes" del profesor, y los demas estudiantes riendo. Steve giro la cabeza como un rayo hacia su cuaderno para ver si encontraba un agujero donde esconderse.

Sin embargo, de la danza de miradas nunca hablaban ¡nunca! A pesar de que sus charlas habían empezado a ser más extensas. Sea las veces que se encontraban de camino a clases, saliendo de la escuela y el “voy por ese camino” de Bucky o del mismo Steve, y los mensajes a altas horas de la madrugada. ¿Sus temas? Sus temas eran de todo y nada, sin preferencias ni distinciones, lo que era fantástico. Se quejaban de que el bendito Cinema que aún no abría, compartían experiencias cómo a pesar de las advertencias habían tomado café y no logrado cerrar un ojo toda una noche, y se hacían preguntas desde: ¿Cuál es tu color favorito? Ambos tenían algo con el azul, aunque a Bucky también le gustaba el negro, hasta preguntas más extrañas de: ¿si existiera otro universo, nosotros seríamos aliados o rivales? Lo cual habían empezado a debatir las posibilidades, y luego creado probabilidades de sus vidas en otros universos o líneas temporales, y en una, Bucky había dicho algo sobre ser un Ciborg pues le encantaba la idea de tener un brazo o una pierna de metal, pero también que en alguna vida era un soldado espacial y cosas así. Steve no sabía si Bucky había leído demasiada ciencia-ficción o tenía una imaginación infinita. También habían hablado sobre sus profesores, sus métodos de enseñanza, lo peculiares y misteriosos que algunos eran y como algunos parecían odiarse entre sí. Como los que en ese momento Steve tenía en frente, en su clase de literatura.

Bucky & SteveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora