James B. Barnes

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Querido y paciente diario

Quizá está sea la última vez que escriba, pues el profesor de la maldad me ha dado una nueva tarea. La verdad no extrañaré escribir mi día a día, a menos que sea algo importante. Y esto es IMPORTANTE. Te contaría desde el comienzo, pero me está entrando el sueño y mañana tengo práctica de fútbol, debo avanzar mi proyecto de ciencias que es buena pero no suficiente buena, ¡ah! Y debo escribir lo que sea que debo escribir que salga del alma. Lamentablemente esto no cuenta. Pero bien, a la historia.

Todo empezó cuando Steve, yo y los demás fuimos al cine. Al maravilloso cine bajo el edificio que abrió después de un largo y condenado tiempo de espera. Ahora que lo pienso el Cine merece su propio apartado, lo escribiré pronto. Pero bien, vimos Seven, una película sobre un asesino en serie cuyas víctimas tenían alguno de los pecados capitales, cuyo final es El final. Es un poco insultante que no haya visto esta película antes o que alguien me lo haya spoliado, agradezco lo último a los sabios dioses del cine.

Luego, Steve, Jim y Monty fuimos a jugar en las nuevas máquinas del cine. Por cierto, Monty es el amigo de Dugan, y es de los tipos más sonrientes que he logrado conocer; creo que por eso le agradó a Jim, quién lo invitó a jugar con nosotros. El juego fue divertido. Incluso Steve se lo tomó muy enserio, demasiado en serio. Me gusta eso de él, la forma en que da todo de él incluso si resulta ser difícil. No sé detiene. Y juro que si no fuera por las demas variantes en la ecuación, hubiera hecho algo que quise hacer desde el momento en el que nos saludamos esa tarde. No obstante, mis ideas de lado, el también estuvo algo, no sé, como ¿disgustado? Intenté hablar con él sobre ello, pero prefirió no hacerlo. Me gustaría que Steve se soltará un poco más conmigo, siento, pienso que hay cosas que quiere decir, pero las guarda por alguna razón. Tal vez ese el punto ¿no? Preguntar. Después de todo, cada uno tenemos nuestros propios motivos y

De acuerdo, estoy saliendo del tema otra vez. Hey, hey. Como decía, después de jugar salimos del cine, y puse mi plan en marcha de tener un momentos a solas con Steve, por lo que fuimos a su paradero de bus. Estaba emocionado y confundido a la vez, como cuando se prueba algo ácido y agrio.

Steve y yo nos sentamos en una banca de lo que parecía un paradero abandonado, cuya gente olvidó nuestro problema ambiental y al parecer, también su humanidad. Y antes de ponerme rudo. Diré que si bien Gabe dice que puedo ser un poco extremista en cuanto a mis pensamientos de los humanos. Yo me baso en hechos. ¡Hechos!

Por allá en 1945... Sí, muy atrás. Pero diré que todo se conecta. Muchas cosas que pasan ahora, pasaron antes y se repiten como cables sueltos en una memoria que olvida.

Aquella tarde, cuando pasaba por ese basurero y maldecia por la inconsciencia, escuché algo. ¿O lo pensé? ¿O lo imaginé?

Lo descubriría después.

Steve y yo nos sentamos y mientras conversábamos, aquel sonido volvió. Y está vez, me pareció familiar. Sin embargo aún tenía dudas, y me deje llevar por el momento con Steve. O mejor dicho: nuestro momento. Cuando de pronto, segundos o minutos después, el sonido volvió y mi corazón dió un vuelco.

Me levanté sin pensarlo dos veces, fuí hacia la basurero, y entre bolsas, desperdicios de comida y objetos, había algo más.

Y no, no me refiero a las moscas.

Metido en un rollo de papel higiénico, apenas visible, apenas audible, estaba la criatura más bella que he visto en mi adolecente vida.

Un pequeño, banco y audaz gatito. Un gatito dispuesto a vivir en este mundo cruel y malvado.

Era hermoso y triste a la vez, era el infinito y el origen del universo, era la desdicha y lo imposible.

Muchas preguntas surgieron en mi mente junto a mi asombro.

Bucky & SteveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora