Bucky & Steve

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—¿Cómo sabes tanto de astronomía? —preguntó Steve.

—No sé mucho. —Bucky se encogió de hombros—. Solo lo que mi tía me mostró y alguna u otra cosa que vi en Cosmos.

Ambos adolecentes caminaban de vuelta a las carpas, no porque tuvieran sueño, mas porque a cada minuto el viento se hacia más helado.

—¿Tu tia es astrónoma?

—Bingo. —Bucky puso la bolsa de desechos bajo su brazo, y se frotó ambas palmas una con la otra—. Trabaja para una universidad. Una vez me llevó, junto a mi hermana, a ver una lluvia de meteoritos.

Steve hizo una exclamación de sorpresa y emoción.

—¿Vistes muchos? —Expectante, muy expectante.

—No te diré que vi una lluvia como la palabra lo dice —dijo agudizando la voz—, pero ví varias, claro, luego me dolía el cuello por haber estado levantando la cabeza horas y horas.

Steve sonrió. Bucky se estaba frotando la nuca como si recordara el dolor vividamente.

—Las únicas que he visto —contó Steve—. Son de las películas, y una vez pinte un cuadro para el club de arte.

—En ese caso, alguna vez podemos verlas juntos. —Bucky volvió a frotar sus manos, y esta vez, dio un paso más cerca a Steve y sujetó su mano.

Steve se tensó por un momento. Empezaban cerca de las carpas, y su mente estaba empujando a suposiciones y preguntas, pero los apartó como pudo con la escusa de: "esta oscuro", "nadie nos verá", "Solo un momento". Solo un momento y entrelazó sus dedos con las del chico a su lado.

—¿Sabes cuando caen? O le preguntarás a tu tia. —Se sintió algo extraño. Era como aceptar, era no saber como aceptar.

Bucky hizo un sonido exagerado de duda.

—Lo buscaré por internet, creo que hay un calendario de estas cosas, al menos eso dijo mi tia. —Luego guardo silencio, preguntandose si debía seguir hablando o no era necesario. Detestaba cuando pensaba demasiado lo que quería decir—. Hace mucho no tengo contacto con ella.

Hubo silencio. Sin detener su caminar, Bucky pensó en mil formas de como despejar la tensión; dar explicaciones llevarían a otras explicaciones aun mas complejas que contar granos de arena en la oscuridad. Demasiado drama para el primer día de besos con su interés amoroso, crush, chico del mural, bonita y bella obra de arte: Steve, Steve, Steve.

¡Ya!

Mientras, Steve empezó a escuchar los engranajes en la cabeza de Bucky. Quizá si preguntaba, como Bucky lo hacia, podía ayudar en algo, pero el no era Bucky, y Bucky tampoco era como él. No procesaban las cosas de la misma manera.

—Me gustaría ver una lluvia de estrellas contigo, alguna vez —de repente dijo Steve, bajito, avergonzado.

Ese día sus mejillas habian ardido hasta el punto de competir con el sol.

Por su parte, Bucky sintió alivio, confusión y luego su sonrisa brotó.

—¿Que dijiste? —preguntó.

Steve rodó los ojos, y luchó a nombre de su orgullo para evitar que las comisuras de sus labios se levantaran. No respondió. Bucky se burló. Realmente no sabía cómo podía gustarle la persona que más le tocaba las costillas.

Pero más importante.

—Sabes —titubeó Steve—. Siempre puedes hablar conmigo. De lo que sea.

Bucky se concentró en Steve, quien sostenía la linterna con la mano libre. La luz apuntaba el camino, rebotando con menor luminosidad hacia ellos, hacia Steve.