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Cuando el timbre de la última hora sonó, Bucky guardo todas sus cosas, dijo sí y sí a todo lo que sus amigos le decían sin siquiera escucharlos, y salió del aula como un niño en primaria. Podrían haberle dicho que incendiarían la escuela y él diría: buena suerte. Su mente estaba en otro lado, y sus reflejos naturales le permitieron esquivar a cualquier cuerpo que se ponía al frente, amigo o no, háganse a un lado.

Había sido sin pensarlo. En su defensa, a veces era un poco impulsivo, como si de pronto su lado planificador decidiera irse a pasear. Pues Bucky había ideado un plan, después de una profunda conversación con Jacques, que consistia en pasar más tiempo con Rogers, para conocerlo mejor y de paso este lo conozca a él. Nada de lucirse, tenía que ser el mismo, incluso con sus metidas de pata y que en ocasiones podía ser medio idiota. Así que actuaría natural, quizá sentarse con Rogers, pues el chico casi siempre se sentaba solo, y conversar sobre otras cosas que no fueran películas y música; disfrutaba de esas conversaciones, empero Bucky quería más, quería saber más.

Sin embargo, esa maldita primera hora no habían tenido clases juntos, y Bucky se dijo que tendría paciencia, después de todo había sido idea suya lo de ir lento. Todo cambio cuando se dirigía a su siguiente clase y lo vió. Rogers observando algo o a alguien con resentimiento, no creía en el aura, pero seguro que en ese momento el aura de Rogers era muy oscura; aquello le pareció tierno y misterioso a la vez. Con curiosidad se había acercado, había saludado, Rogers lo había mirado y lo demás fue historia.

Primero se daría un tío antes de reconocer que era una cita, era más bien dos amigos quedando para ir a un lugar ¿qué mejor forma de conocerse? Que lejos de la escuela. Sí, por supuesto que no era una cita.

«Aunque no estaría mal si volviera tomar su mano» Bucky pensó, de camino hacia la salida. Esa idea lo hizo sonreír. Ni cuenta se dio que había derretido el corazón de muchas y muchos que pasaron cerca suyo.

«Volvería a tomar su mano, solo para ver que se siente ¿será fría como aquella vez?» Se preguntó, Recordaba que era pequeña. «No, eso no estaría bien» se advirtió; «pero no es cosa de otro mundo darse la mano» objeto; «a menos que Rogers no quiera, claro, mejor sería preguntar si tiene algo con Carter» reflexionó; «hasta los amigos se toman de la mano» debatió, «sin embargo, no es común entre chicos» replico; «¿a quién carajo le importa?» defendió. 

Su lucha mental se calmó un poco al llegar a la entrada principal. Se detuvo y esperó, expectante, para nada ansioso, pero peino su cabello con la punta de sus dedos, una y dos veces, cuando de pronto apareció. Podía ser pequeño, algo pálido y caminar de prisa, no obstante, Bucky lograba distingirlo en ese mar de adolescentes.

—¡Rogers, aquí! — llamo su atención con una mano, mientras la otra sujetaba el asa de la mochila que colgada en su hombro izquierdo.

—Barnes —murmuro el aludido cuando lo alcanzo.

—¿Vamos? Mi bicicleta esta por allá —señalo sonriendo— puedo llevarte, si quieres —medio broma medio en serio.

Sin embargo, Rogers no contesto, mucho menos se movió.

—O podemos caminar —y cada sílaba fue como un globo desinflándose.  

—Lo que pasa... es que… creo que es mejor no ir a ninguna parte.

Bucky sintió que se le cayó el estómago a los pies. De la nada, le llego la imagen cuando a los siete años fue enviado a la banca en la final de fútbol.

—Entiendo.

—Lo… lo siento, bueno, nos vemos.

Y así como Rogers había aparecido en el mar de jóvenes en desarrollo, desapareció. Y Bucky se quedó ahí, mirando y mirando a ningún punto en específico, sintiéndose como  un completo idiota.

Joder. Quizá si era una cita, y así se sentía el rechazo.

Bucky & SteveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora