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Bucky no podía creer su suerte ¡Tendría una cita con Steve! Bueno, no una cita propiamente dicho. Pero pasaría un rato con él; justo después de un día malísimo.

Y pues como siempre, talvez exageraba, pero ese día había empezado de la patada cuando se dio cuenta que la llanta de su preciosa bicicleta estaba desinflada, y si, joder, está vez si era la cámara. No le quedó más que correr para alcanzar el bus. Luego, paso su primera clase con una llamada de atención de su malvado profesor de lengua, solo por no haber escrito nada en su diario. Y es que Bucky estaba seguro que había un cronograma, ¡el profesor Xavier lo había aclarado! Pero no, si el profesor Lehnsherr decía que debía presentarse  cada que tocaba su clase, se debía hacer. «Profesor pendejo», se había mordido la lengua para no decirlo en voz alta y eso era muy irónico. Por si no fuera poco, su puto bolígrafo había explotado dentro de su mochila, derramando tinta en dos de sus cuadernos. Bucky solo trato de reír con eso, bien, era chistoso, pero no lo era cuando parte de su tarea de matemáticas había sido manchado de azúl. Y un infierno.

Para empeorar la situación, cuando había querido escribirle su desdicha a Steve, le quitaron el celular; talvez eso se lo merecía, porque fue en medio de una clase, pero no merecía que el profesor se largara sin devolverlo. Ya para la tarde, el tirano entrenador de futbol les obligó a perseguir la pelota como si fueran a ir a las olimpiadas, eso estaba bien, pero el problema fue cuando su equipo llegó a los baños y no había ni una gota de agua. De acuedo, que importa, se iría a bañar a su casa. Hasta que Jim dijo que tenía hambre, y él también tenía hambre, y vamos a buscar agua le dijeron y no encontraron nada de nada.

Y entonces pasó, Bucky olvidó que estaba hecho un desastre cuando Steve apareció. Y por un demonio, cuando esté se acercó, también se le olvidó de pensar antes de hablar, ya que se le salió las palabras: obra de arte; le había recordado a un cuadro de un ave azúl que vio alguna vez en una escurción, también porque Steve se veía adorable lleno de pintura en las manos y en la cara. No pasó mucho para que le invitarlo a comer, ¡y dijo que sí!

Y así su suerte había mejorado muchísimo. Por lo que estaba sonriendo mientras caminaba con Steve y Gabe a su lado.

—El mural que pintaste ¿Tú lo diseñaste? — Gabe preguntó de repente.

—Sí —respondió el aludido, a Bucky le pareció que sonó un tanto inseguro.

—Está muy bueno —continuó Gabe— una excelente representación sobre el daño causado por el consumismo a la naturaleza y al medio ambiente.

—¿Eh? — Steve se escuchaba muy sorprendido, mucho, Bucky no sabía porque— lo entendiste.

—Claro —Gabe respondió serio— Bucky y yo tuvimos un buen debate el cual no quiso dar su brazo a torcer.

—En mi defensa, mi postura era mejor —aclaró Bucky, alzando una mano en el aire. 

—¿Cuál es tu postura? —Steve preguntó, parecía un tanto incrédulo. De alguna manera, Bucky no quería parecer tonto frente al chico, incluso cuando sabía que Gabe al parecer tenía razón.

—Es evidente que habla de la contaminación —Bucky fanfarroneó, a pesar que en su mente cruzaba los dedos para siquiera acertar un poco— pero pienso que es más como la naturaleza intenta desesperadamente sobrevivir a la destrucción que causamos.

—Uhm, ¿eso dijiste esa vez? — Gabe lo miró frunciendo una de sus oscuras cejas— creo que dijiste algo sobre como la humanidad es una mierda con la naturaleza y que deberíamos extinguirnos de una vez— recordó el muy maldito. Bucky no sabía cómo mandarle señales de que se callara.

—No fue tanto así —Bucky trato de sonreír.

—Es más —Gabe/delator siguió hablando— dijiste que habías visto o leído algo sobre que nosotros somos una especie de era… no recuerdo bien, algo sobre Apocalipsis hecho por humanos.

Bucky & SteveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora