Steve Rogers

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04 de marzo.

Una vez escribí un diario, cuando estaba en primaria, no sé si se puede decir un diario, pues tenía más dibujos y recortes que palabras. Aun lo conservo, hace tiempo no lo he abierto, y no me anima hacerlo. De todas formas, escribir o dibujar un diario no es tan diferente, solo que aquí usaré palabras en lugar de trazos para decir las cosas que veo o pienso, eso hacía con el anterior. Dibujaba las cosas que veía en mi casa, a través de mi ventana y las que imaginaba, era como dibujar mi día a día. Incluso podría decir que dibuje las cosas que me pasó, como la mudanza.

Antes vivía en un edificio de otra ciudad, donde se escuchaba las bocinas de los autos de madrugada a madrugada. Ahí dibuje muchas cosas de lo que alcance ver. Luego, cuando tenía nueve años, mis padres y yo nos mudamos a los suburbios de este distrito. Al inicio no note mucha diferencia con mi antigua casa, solo cosas que remplazaron a otras cosas: el sonido de las bocinas fue cambiadas por los gritos de los niños jugando en la calle, aunque estas solo eran en la tarde, también los edificios fueron cambiados por los grandes árboles. Dibujé esos cambios, aunque como dije, no sentí ningún cambio. Fue hasta que Peggy y yo nos hicimos amigos, cuando realmente noté la diferencia.

Actualmente dibujo en un cuaderno y en hojas dispersas, varias de ellas las subo a internet, aunque no son como un diario en sí, creo que la diferencia es que ya no dibujo mi día a día o una historia. Aunque, quizá si haya una que cuenta una historia. Es un dibujo del cine que me gusta ir, proyectan películas independientes, clásicas y algunos reestrenos. Cosa que un cine comercial no hace casi nunca. Esta algo descuidada y se encuentra bajo un viejo edificio, pero puedo llegar caminando desde el colegio, claro, tardo como una hora por lo menos. Conocí ese cine el año pasado, normalmente iba solo, bien, siempre iba solo, incluso había veces que estaba solo en una proyección. Y es que el cine no es muy popular, a veces me preocupaba que lo cerraran, de hecho, está cerrado por mantenimiento hacía varias semanas. Temo que solo sea un modo de preparar a sus pocos clientes de su cierre definitivo.

Bucky es más positivo, él dice, que más que mantenimiento lo están remodelando. Incluso creo una historia: el anciano, que normalmente nos atiende en la boletería, en realidad es el dueño y que después de muchos años dejo el cine a su nieta, que según Bucky es la joven que nos atiende de vez en cuando, y que esta joven va invertir en mejorar el cine para que tenga más gente. A decir verdad, esa es la historia más creíble de las que se ha inventado, pues las demás son una más rara que otra. Como que el anciano gano la lotería y ahora todo el edificio será un súper cine, que la joven en realidad tiene una doble vida como la cabecilla de una mafia y ahora el cine será de películas de mafiosos, o que el viejo y la joven en realidad son agentes encubiertos que seguían la pista de un criminal muy peligroso amante de las películas europeas. La última historia es aún más larga, pero todas terminan en que cuando el cine vuelva abrir, las butacas serán más cómodas y que habrá luz permanente en los corredores. Esta muy convencido de ello.

Bueno, lo que me refería a historia no era por esas historias, sino porque ahí fue donde conocí a Bucky, no conocer, ya nos conocíamos, pero no así. Una mejor explicación, es que ahora estoy pensado que darle por su cumpleaños, que es dentro de una semana, cuando antes solo me enteraba de su cumpleaños por el ruido que hacia la escuela ese mismo día. Creo que hasta los profesores saben de qué hablo. Pero si, ahora no me decido que podría darle, quizá algo para su bicicleta, un libro, unos guantes con dedos y un detalle en el dorso de la mano, dijo que solía tenerlos, pero se les perdió y no ha podido encontrarlos. Lo busque por internet y tampoco lo he encontrado. También pensé en darle un disco del soundtrack de alguna película, pues quizá Bucky es de los pocos adolecentes en el mundo que le gusta los CD cuando hay para escucharlos gratis en internet. Aunque el detalle aquí es si me alcanza dinero para comprar alguna de las opciones. No es como si a Bucky le gustara las cosas caras, de hecho, si le doy un balde de palomitas o dos chocolates, él estará feliz. Pero realmente me gustaría darle algo que le dure un poco más.

Podría prestarme dinero de mis padres o de Peggy.

Debería hablar con Peggy.

Bucky & SteveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora