5- Humos sospechosos...

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-¿Te crees el centro de atención o algo por el estilo? -pregunté cruzándome de brazos.
-Te respondería que no pero... Para qué te voy a engañar -dijo Tristan- además, yo no me lo creo. Lo soy.
-Tris. Basta ya... -intentó pararle James- Liberty, ¿necesitas ayuda con algo?
Sonreí. Aquel chico era un encanto, por no hablar de sus ojazos y... De esos músculos. Porque aunque no quería fijarme, era irremediable. Estaba demasiado bueno.
-Iba a empezar a preparar un poco la tarta para la fiesta así que no te preocupes. Puedo yo sola.
-No, en serio. Te ayudo.
Eché un vistazo al resto del grupo que estaban mirando fijamente a James.
-¿Qué? -preguntó él al darse cuenta de la situación: todos le prestábamos atención.
-Tú. James McVey. Tarta. Algo no me cuadra -comentó Brad riéndose son su peculiar risa- ¿¿te encuentras bien??
-Perfectamente... Y vosotros deberíais hacer lo mismo -se defendió James- bastante con que le invadimos la casa, tiene que aguantar a este -señaló a Tristan- y todo lo demás...
-Tío, yo no he hecho nada en esta vida y no voy a empezar a hacerlo ahora -soltó el rubio del tupé- bueno, ahora que lo dices, me han entrado ganas de cocinar.
Se colocó a mi lado y me agarró por la cintura.
-¿Qué tengo que hacer? -me preguntó.
-Lo primero, soltarme y lo segundo, sacar los ingredientes que te vaya diciendo.
-Oído chef.
Suspiré. Iba a ser complicado convivir con ellos aunque fuesen sólo unos pocos días... O eso esperaba.
Tristan empezó a abrir todos los armarios en busca de todos los productos necesarios mientras Brad, James y Connor se colocaban alrededor de la encimera.
-Esto... ¿La fiesta no es dentro de cuatro días? -preguntó Brad.
-Da gusto como corren las noticias por ahí... -resoplé- pues sí, pero estoy de exámenes y la masa se conserva bastante bien. Así que cuanto más trabajo me quité antes, mejor. Lo hornearé el día antes y listo.
-Me invitarás, ¿no? -preguntó Connor guiñándome un ojo en plan broma.
-Dalo por hecho. Y a vosotros dos también -respondí señalando a Brad y a James.
-¿No te olvidas de alguien? -esta vez era Tristan.
-Mmm no.
-¿Segura? -insistió.
-Totalmente.
Entonces, no me dio tiempo a reaccionar.
Tristan me acababa de manchar toda la cara con harina, al estilo Mitchie en Camp Rock. Sonreí al recordar esa escena.
Pero al parecer... No fui la única que salió perjudicada por esta broma.
-¡¡Me cago en ti Tristan Oliver Vance Evans!! -gritó el peque del grupo.
Me giré y vi a Connor muchísimo más manchado que yo y sin pensárnoslo dos veces comenzamos a reírnos sin parar, probablemente por no llorar... O por no matar al leopardo.
-¿Te lo has pensado mejor? -prrguntó Tristan de nuevo.
-Mmm sí -respondí limpiándome la cara con dificultad.
-Anda, déjame que te ayudo.
Se acercó a mí y comenzó a limpiarme con suavidad, algo que no me esperaba de él.
-¿Y qué has pensado?
Me quedé mirándole a los ojos, a sus preciosos ojos azules.
-He pensado que... No.
Me deshice de su mano rápidamente y me puse a cocinar.
-Vamos, Lib... ¿Y qué vas a hacer? ¿Dejarme encerrado en un cuarto toda la tarde?
-Pues mira, no había pensado en eso pero... Sí. Eso es justo lo que voy a hacer.

Por cierto, ¿me acababa de llamar Lib?
"Vas a acabar con él y lo sabes" ¡No, no y no! Me negaba a que eso sucediese. No soportaría pasar mi vida al lado de alguien como él. ¡No!

-¿Necesitas ayuda para preparar todo el viernes? -me preguntó el chico que aún seguía manchado de harina.
-¿En serio me ayudaríais? -pregunté incrédula. Era la primera vez que un tío se ofrecía para ayudarme.
Ellos asintieron.
-Pero a cambio... -empezó a decir Bradley.
-A ver... Sorpréndeme.
No sé por qué me daba que iban a acabar haciéndome chantaje por todo...
-A cambio tienes que prometerme que escucharás nuestro disco.
-Lo prometo.
Sonreí y continuamos haciendo la masa.
Al terminar, decidí ponerles una película a los chicos para que estuviesen tranquilos un rato ~los estaba tratando como unos niños pequeños, lo sé~ mientras yo aprovechaba a estudiar un rato.
La verdad es que me importaban una mierda los exámenes pero tenía que aprobarlos si quería disfrutar de unas buenas vacaciones Navideñas o sino podía irme olvidando...
Subí las escaleras sin ganas y me metí en mi habitación.
Suspiré al encontrarme todo aquel desorden: ropa interior colgada por todas las esquinas, posters a medio caer, cables por el suelo... Y la cama llena de cosas, al igual que la mesa y la silla de "estudio".
Lo primero que hice fue coger todos esos trastos que me impedían sentarme a trabajar y los lancé encima de la cama.
Se había convertido ya en una rutina: durante la noche dejaba todo en la mesa y por el día lo pasaba a la cama. Así día tras día.
Y no sé por qué me da que no soy la única...
A lo que iba, me acerqué a por mi mochila. Mi mochila... Mierda. Estaba abajo.
Y para una vez que lograba deshacerme de esos cuatro pirados no pensaba estropearlo así que cogí el libro de Historia que era el único que tenía aquí arriba. Las matemáticas y la física y química podían esperar.
"Liberty, concéntrate. Tú piensa en las vacaciones" eso es...
Abrí el libro y comencé a leer el primer párrafo. Ya me había aburrido. Para rematar la faena, la pantalla de mi móvil se iluminó. Intenté resistirme, lo juro, pero ¿y si era una emergencia? ¿Y si la vida de alguien dependía de ese mensaje?
Siempre hay que tener cuidado en esta vida...
Lo alcancé y el corazón se me aceleró al ver su nombre en la pantalla.
"¿Estás libre?"
Miré el libro que me esperaba, miré el reloj y después al mensaje otra vez.
"Tengo un cuarto de hora. ¿Te vale?"
No tardó en responderme.
"Genial. ¿Te paso a buscar?"
Me pensé la respuesta y después tecleé rápidamente: "En cinco minutos en mi puerta. ¡No toques el timbre por lo que más quieras! Bye"
Me desconecté y abrí el armario a todo correr.
Saqué unos pantalones granates, una blusa blanca y un jersey que combinaba a la perfección. A continuación, me puse unas botas y me peiné un poco para estar más o menos decente.
Una vez lista, bajé rápidamente las escaleras.
-¿Te vas? -preguntó Tristan mirándome.
-Tengo que hacer un recado. Vengo en 15 minutos. No destrocéis la casa, os lo pido por favor.
-Lo intentaremos -comentó Brad por lo bajo.
No tenía tiempo para contestar algo a aquel comentario así que salí de allí.
Shane me estaba esperando sentado, apoyado en un árbol, tiritando del frío.
-Hola -dije cuando estuve a su lado. Le di dos besos y me senté en la hierba a su lado.
-Hola. ¿Qué tal todo?
-Mm algún día de estos me suicido, te lo juro -respondí intentando no alterarme aunque estando con él era imposible estar tranquila.
-¿Problemas en casa otra vez? ¿Tus padres?
-Mira, prefiero no hablar de ello... -no pensaba decirle que tendría que convivir con cuatro CHICOS en mi misma casa... Noche y día- Necesito despejarme. ¿Tú qué tal? Háblame de tu vida.
Shane se rió.
-¿De mi vida?
-Sí, de tu vida. Siempre hablamos de mí y ya me canso de ser el centro de atención. Te toca. Quiero saber que piensas sobre la vida y esas cosas.
-La vida... Bien. Creo que se dan importancia a cosas insignificantes y los verdaderos detalles apenas tienen valor. No sé... Es algo raro.
-¿Y qué tal de amores?
-Sabes que sólo tengo ojos para ti -respondió riéndose. Sabía perfectamente que se trataba de una ironía prro no pude evitar hacerme ilusiones en mi cabeza.
-Que pena que yo no pueda decir lo mismo... Lo siento, Shane.
Se giró para mirarme y me sacó la lengua acompañada del dedo del medio.
-¿Liberty? Tienes... ¿Harina en el pelo?
-¿Qué?
Cogí un mechón y lo miré. Efectivamente, seguía teniendo restos de la "bromita" de Tristan, si es que se le podía llamar broma, y ni siquiera me había dado cuenta.
-Gajes del oficio... Ya sabes que si cocino, me mancho. Es un hecho.
-Ya, ya... A saber que has estado haciendo... Ei, dime que no estás enrollada con un panadero, por favor.
Me empecé a reír descontroladamente.
-Estas zumbado. Y no era panadero, era repostero -ambos nos reímos- Es coña. Además, estoy bien soltera.
-Eso dices ahora pero si yo te besase en algún momento seguro que no opinarías lo mismo...
Me quedé paralizada. ¿En serio iba a hacerlo?
-Esto... Liberty...
-¿Qué? -pregunté girándome hacia él.
-Sale humo por una de las ventanas de tu casa.
-¿QUÉ? Me tengo que ir -dije poniéndome de pie en un tiempo record- Hablamos luego, ¿vale?
-Vale.
-Vale.
Me mordí el labio. ¿Vale? Vale. Me encantaba ese libro y me encantaba que Shane supiese que me encantaba.
Le lancé un beso en el aire y me fui corriendo a casa.
Abrí con dificultad la puerta ya que estaba bastante cagada y nerviosa y me encontré conque el humo salía de la cocina.
Al entrar, vi a James en mitad de todo ese desastre.
-JAMES MCVEY ¿SE PUEDE SABER QUÉ DEMONIOS ESTÁS HACIENDO?
-Calma... Está todo controlado -dijo abriendo la ventana y moviendo las manos para intentar que el humo se fuese por ella.
-CASI ME DA ALGO. ¿EN QUÉ ESTABAS PENSANDO?
-Tranquila... Sólo estaba calentando agua. Necesitaba cocinar algo decente... Ver tanta harina, azúcar y esas cosas juntas me han trastornado.
-¿Y era necesario hacerlo ahora? ¿Y si se quema la casa, qué?
-Lo siento, de verdad... Sólo quería ayudar... -se quedó unos instantes en silencio- Oye, ¿cómo sabes que soy McVey?
-Mira chaval, me caes genial, te lo digo de todo corazón, pero en estos momentos estoy un poco... Alterada. Así que por fa, ten más cuidado de ahora en adelante.
-Vale... -respondió. Por sus gestos pude deducir que realmente de sentía mal así que tampoco quería pasarme con él.
-Ven.
Le di un gran abrazo y cuando noté que su mano se deslizaba poco a poco por debajo de mi cintura me separé. Ya había tenido suficiente por hoy.
-Por cierto -dije antes de salir de la cocina para regresar a mi cuarto- no te hagas ilusiones. Tu apellido lo dijo antes Brad.

MY LITTLE SECRETDonde viven las historias. Descúbrelo ahora