6- Te odio

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Sabía que con esa frase le había dejado roto ~pobre James, lo sé, pero no aguantaba más~ así que subí corriendo las escaleras hasta llegar a la puerta de mi habitación.
Estaba harta de que los tíos intentasen ligar conmigo cuando había dejado claro desde el principio que no me hacía ni p... Gracia que estuviesen ocupando mi casa, y por tanto, mi vida. Además, respecto a los sentimientos... Tenía ya claro a quién quería y no iba a dejarlo por alguien a quién acababa de conocer.
Resoplé y abrí la puerta.
-No... Puede... Ser -susurré.
-CHICOS, ¿HABÉIS ENTRADO EN MI HABITACIÓN? -pregunté desde la planta de arriba, asomándome por las escaleras aunque no conseguía verles las caras.
-Yo no -respondió Connor.
-Yo tampoco -indicó James.
-Yo no me he movido de aquí -por la voz deduje que era Brad.
-¿Y Tristan? -pregunté intentando descubrir al culpable de todo aquello.
-Ni idea.
-¿Dónde está? -no me hacía ninguna gracia que desapareciese así como así y precisamente él...
-Estará en el baño -dijo Brad riéndose- haciendo cosas... Y pensando en ti.
Los tres estallaron en carcajadas.
-Joder, que agradable contestación y... cuanto ayudáis...
Regresé a mi habitación y cerré la puerta de golpe.
¿Cuánto tiempo había estado fuera de casa? ¿Diez? ¿Quince minutos? No podían haber dado para tanto...
Estaba todo intacto. No había rastro por ninguna parte, al menos a simple vista, de toda la ropa y toda la basura que había antes. Además, los posters estaban bien colocados y apestaba -en el buen sentido- a perfume de coco.
Di unos cuantos pasos mientras seguía observando todo sin poder creérmelo.
Mi atención se centró en la mesa: en ella estaba el frasco de colonia, sin el tapón puesto, y casi vacío.
"Me cago en... Todo. Joe, que el perfume era nuevo..." -pensé por no gritarlo a los cuatro vientos y montar la tercera guerra mundial.
Por un lado me encantaba como había quedado todo. Yo no lo habría dejado así ni aunque me hubiesen dado mil años... Sencillamente porque era incapaz de ordenarlo absolutamente todo.
Pero por otro lado... Lo odiaba. ¿Para qué diablos habían entrado en mi habitación sin mi permiso? Me reventaba.

"Bueno, hay que tranquilizarse... pues ahora a ponerte cómoda y a seguir estudiando... Que es lo que toca, ya te ocuparás de esto más tarde... Cuando aparezca Tristan"
Me quité la parte de arriba, quedándome en ropa interior, y después hice lo mismo con la parte de abajo.
¿Y mi ropa? Recuerdo que la había dejado en el suelo, al lado de la ventana.
Sin embargo, la encontré perfectamente alineada y doblada encima de mi cama, pero antes de cogerla, me detuve en el espejo.
¿Realmente esa era yo? Aquella chica morena que estaba reflejada había cambiado bastante... No se sí para bien o para mal... Diferente.
Me coloqué el sujetador y me quedé mirándome unos segundos más hasta que el frío me obligó a vestirme.
Primero me puse los leggins y a continuación una camiseta negra y una sudadera ancha que me llegaba a la altura de los muslos.
-¿Y mis zapatillas? -resoplé en voz alta una vez que ya me había sentado y colocado para estudiar. Siempre faltaba algo. Tiré el boli de mala manera encima de la mesa y me acerqué al armario rezando por que estuviesen ahí. Lo abrí rápidamente y...
-¡IMBÉCIL DE MIERDA, SAL DE AHÍ INMEDIATAMENTE! -grité cogiendo por las orejas a Tristan.
-Relaja, fiera, que me alteras... Y en varios sentidos, además -añadió con una sonrisa.
-Que salgas de ahí te he dicho -me crucé de hombros esperando a que bajase de ahí dentro. No podía creer que cupiese en ese espacio tan reducido con esa altura tan... Tristan.
Una vez que lo hizo, me senté en la cama, con él delante.
-¿QUÉ NARICES HACÍAS AHÍ?
-Esperarte -respondió con una sonrisa, aún de pie.
-¿Esperarme? ¿Para qué?
-Para verte y para... Ver cómo reaccionabas. No suelo limpiar mucho pero... Te lo debía.
-Gracias -dije agachando la cabeza- aunque eso no te da una excusa para esconderte ahí.
-Sé que me he pasado contigo pero quería ayudar... ¿He sido muy idiota, no?
-Bastante. ¿Cuánto tiempo llevas ahí? -pregunté por saber qué había visto y qué no.
-Lo suficiente para verte casi en bolas y cómo te colocabas las tetas -me dijo Tristan.
-El sujetador. Era el sujetador. Serás capullo...
-Pero te ha gustado... -empezó a decir.
-¿El qué? -pregunté de manera seca.
-Que te estuviese esperando.
-Déjame...
-No quiero.
-Pero yo sí y esta es mi habitación, así que yo gano.
-Me niego.
Cogió y de un salto se tiró en la cama, agarrandome de las manos y colocándose encima de mi para inmovilizarme las piernas. Ya no tenía escapatoria.
-Quítate de encima, ya -dije nerviosa.
-No me quito hasta que nos llevemos bien... Puede que hayamos empezado con el pie izquierdo pero aún estamos a tiempo de arreglarlo y quién sabe... Igual hasta podríamos ser amigos -me guiñó un ojo.
-Paso. Segunda vez que te lo repito, quita de encima.
-Lib, sabes que no te voy a soltar hasta que digas que nos llevaremos bien -insistió él.
-Es que no lo vamos a conseguir. Esto... ¿Puedes, aunque sea, aflojar un poco las manos? Me estas dejando sin circulación.
Al instante noté como sus manos reducían la presión sobre mis muñecas.
-Gracias -dije aliviada.
-Estas a un paso de que te suelte... Solo tienes que confiar en nosotros... Darnos una oportunidad -me quedé mirándole- como amigos, me refiero.
-Tengo que estudiar, ¿te quitas ya?
Se aproximó a mí y nuestras caras quedaron a escasos centímetros de distancia.
-Lib...
-No me llames Lib.
-Lib, ¿podríamos empezar de cero? -me susurró al oído. ¿Qué parte de que no me llamase así no había entendido?
Necesitaba que se quitase ya de encima...
-Sí... -respondí también en un susurró, agobiada por el poco espacio que tenía- ahora levántate.
-Perfecto, pero antes déjame hacerte algo.
Sin poder hacer nada para evitarlo, se abalanzó sobre mi cuerpo, dejando de hacer fuerza sobre sus brazos para tumbarse encima de mí y besarme el cuello con suavidad.
Me dejé, aunque sabía que no debía, me dejé.
-Tris... Ya vale... -dije con la voz entrecortada unos segundos después, cuando empecé a notar que la situación se iba de las manos. Habían sido simples besos en el cuello, nada más... No podía dejar que pasase nada más.
Sin decir nada se levantó.
-Ya lo he conseguido -dijo de manera triunfante.
-¿El qué? -pregunté sin comprender nada.
-Que me llames Tris. Algo es algo -respondió con una sonrisa.
-Te odio -solté.
-No sabes lo que dices.
-Créeme, sí lo sé. No he estado más segura en la vida.
-Acabarás queriéndome.
-Lo dudo.
-Ya veremos... -dijo peinándose con las manos.
-Los libros me esperan... Te lo aclaro por sí no lo pillas, es una indirecta para que te vayas -respondí un poco saturada ya de él, la verdad.
-Vale, vale... Luego hablamos.
-Vale -respondí con una leve sonrisa- Por cierto -dije antes de que saliese- me debes un frasco de colonia...

Se rió y cerró la puerta de golpe.
Me senté en la silla y observé el libro abierto. No distinguía ninguna palabra ni nada de lo que había ahí escrito. Mi mente no podía centrarse en eso. Sólo pensaba en lo que acababa de ocurrir.
De alguna manera sentía que había traicionado a Shane, aunque no estábamos saliendo ni nada por el estilo. Es más, ya estaba perdiendo la fe y no creía que conseguiría estar con él nunca...
Por otro lado, Tristan no me atraía, para nada.
A ver, en el fondo... Muy en el fondo, era majo. Eso por no hablar de los besos en el cuello... pero no, no me atraía.

Resoplé y me puse a trabajar.
¿Y el boli?
Rebusqué debajo de los libros, en el suelo, etc hasta que lo encontré metido entre unas hojas. Entonces, pegado en la mesa, encontré un post-it en el que estaba escrito:
"Sé que ahora mismo estás sonriendo porque estás pensando en mí🐯"

MY LITTLE SECRETDonde viven las historias. Descúbrelo ahora