Mi mirada se encontró con sus ojos azules e inmediatamente mis ojos se posaron en su pelo. Era algo que me mataba.
Daba gracias a que estaba tapada con una toalla y la cortina de la ducha aún me mantenía algo oculta.
-Me tocaba a mí esperarte a la salida de la ducha -dijo pasándose el pelo por el tupe.
¿La temperatura había aumentado o era yo?
No podía dejar que supiese lo que sentía... no. Iba a complicar todo mucho más.
-Lárgate -dije intentando resultar cortante.
-No mientas -susurró él mordiéndose el labio inferior.
Saqué una pierna de la bañera, después la otra y cómo no. El poco equilibrio que tenía, me jugó una mala pasada.
-Ei, que te caes... -dijo él agarrándome por los brazos para evitar que mi culo acabase en el suelo.
-Tristan, tranquilo... puedo yo sola -contesté con la respiración entrecortada.
-Em sí, perdón -dijo algo avergonzado para mi sorpresa.
Nos quedamos en silencio, mirando a la nada, sin saber qué hacer.
-Me voy a vestir -afirmé intentando acercarme a la puerta pero Tris se puso en medio- ¿Me dejas salir?
-¿Qué me das a cambio? -dijo con una sonrisa pervertida.
Por mi mente no paraban de circular ideas de lo más alocadas pero aún no estaba preparada para decirle que le deseaba porque sí, eso es lo que me pasaba, no estaba enamorada (o sí), simplemente le deseaba. Era la única persona que me hacía desconectar del mundo, sentirme querida y valorada...
-Aparta antes de que te corte los huevos -respondí sin creerme que esas palabras hubiesen salido de mi boca.
Salí del cuarto del baño sin toparme con ninguna dificultad y me dirigí a mi cuarto.
Saqué unos pantalones negros y una camiseta ancha blanca con un "95" en la parte de atrás.
Una vez vestida, lo primero que hice fue coger el teléfono de mi mesilla y marcar el número de la fea.
-Holaa -dijo Gin al otro lado de la línea.
-Holaa -respondió tirándome en la cama.
-Se te nota muy feliz... ¿hay algo que me tengas que contar?
-Más bien es al revés -hice una pausa- tú y yo tenemos una conversación pendiente, ¿recuerdas?
Escuché una risa traviesa a través del teléfono.
-Va, no te pongas tonta que se te suben los colores -dije riéndome también- Tengo algo que contarte. ¿Puedes venir a casa?
-¿Está...?
-Sí... está tu amorcito -respondí poniendo los ojos en blanco mientras daba vueltas por la cama- ¿Vienes o qué?
-En cinco minutos estoy allí. Ahora nos vemos, Liberty -y nada más decir esto, colgó.
En fin... lo que puede llegar a influir el amor en algunas personas...
Me levanté de un salto y puse en modo aleatorio una de mis listas de música.
La música inundó mi habitación con: "Mr Brighside"
-Erty... -dijo alguien abriendo la puerta de golpe.
-¡Drew! -respondí mientras acababa de colocar la cama que había desecho hacía solo unos segundos- ¿Qué haces despierto? Ni me ha dado tiempo a saludarte...
ESTÁS LEYENDO
MY LITTLE SECRET
Fanfiction-Te odio. -No sabes lo que dices. -Créeme, sí lo sé. No he estado más segura en la vida. -Acabarás queriéndome. -Lo dudo.