08| Modelos

1.4K 60 0
                                    

Paso a paso. Una cosa a la vez.

Me crucé de brazos, apoyando mi hombro contra una pared. Estaba tan escondida como podía, intentando pasar desapercibida en el quilombo que había. Teóricamente sabía todo lo que había que saber sobre el trabajo de Santino, pero nunca lo había visto en la práctica.

Eran cinco modelos; dos mujeres y tres hombres. Todos superando cualquier tipo de estándar de belleza de la sociedad. Pero aun así, Santino sobresalía. Era... hipnotizante. Siempre lo había sido. Tenía un aura diferente al resto, un carisma especial. La facilidad y naturalidad con la que se manejaba era atrapante.

Y como si fuese poco estaba sin remera. Aparentemente la sesión de fotos era para una marca de jeans muy conocida, y habían decidido que solo vistiesen eso; jeans. Los hombres estaban sin remera y las mujeres en corpiño de lencería básica pero linda. Ah, y todos descalzos.

—¡La sesión empezó hace cinco minutos!— gritó por lo bajo una voz junto a mí— ¡¿Qué haces acá mirando?!

Observé hacia mi costado, descolocada. Había un hombre, absolutamente desconocido para mí, que me fulminaba con la mirada. Vestía de traje, como si fuese un puto empresario. Tenía una de sus manos en su cadera y golpeaba el suelo con la punta de su zapato, logrando que me tensara.

¿Y ese psicópata de donde había salido?

—¿Perdón?

—No me pidas perdón— me gruñó, aún más furioso— Anda a maquillarte y vestirte.

No te estaba pidiendo perdón, imbécil.

Respiré hondo, buscando paciencia que no tenía.

—Señor— dije con tranquilidad— No soy...

—¡Puntual! ¡Lo sé!— me interrumpió, señalando algún lugar en el estudio— ¡Anda a vestirte!

Estaba dispuesta a decirle un par de cosas cuando alguien más se unió. Aparentemente mi intento de pasar desapercibida no había funcionado por el estúpido gritón que tenía enfrente.

—¿Qué está pasando acá?

Miré hacia delante, donde Santino se paraba extremadamente derecho y mirando al hombre que me había estado gritando. Parecía estar tranquilo, pero yo lo conocía. Estaba tenso y preocupado. No me miraba para no perder de vista a la persona que consideraba un "riesgo", pero la pregunta era para mí. Quería que yo le contestara.

—Me confundió con una modelo— contesté, dando un paso en su dirección— Le estaba intentando hacer entender que nadie me estaba pagando para ponerme enfrente de una cámara.

Todas las miradas estaban sobre nosotros. Ya nadie sacaba fotos. Éramos el nuevo entretenimiento. Y a pesar de que aquello no era mi culpa, deseé mentalmente no haber ido. Era el trabajo de Santino, y no quería cagarla. No podía.

—Es mi mejor amiga, Fabricio— explicó, relajándose apenas un poco— Es absolutamente hermosa, pero no quiere ser modelo.

Me mordí el labio inferior, procesando sus palabras. Bajé mi mirada al piso, buscando que mi cabello escondiese mis mejillas sonrojadas. 

Absolutamente hermosa. Absolutamente hermosa. Absolutamente hermosa.

Nadie dijo nada por un momento, preocupándome. Levanté la cabeza, evaluando la situación. Santino se mantenía en su lugar, mirando al hombre, quien me examinaba de pies a cabeza sin disimulo alguno.

—Ah— murmuró, sin pedir ningún tipo de perdón— ¿Cuánto queres por ser parte de la sesión?

Alcé una de mis cejas, ofendida. ¿Y este tarado quien se creía que era? Lo había dicho como si fuese una prostituta. Y no tenía en nada en contra de esa profesión, pero si quisiese cobrar por hora ese imbécil no hubiese sido parte de mi clientela.

Me rindoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora