12| Plantada

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Saqué mi celular, sin importarme cuanta gente estuviese mirándome y fotografiándome. Abrí la conversación con Santino, notando que mis mensajes previos le habían llegado, pero no los había leído. ¿Por qué no me estaba contestando? Habíamos tenido una discusión fuerte, pero no contestar... no era normal.

No solía ser normal.

Me mordí el labio inferior, sin importarme que pudiese arruinarme el maquillaje. Estaba muy nerviosa, preocupada y un poco enojada.

Santino no era capaz de dejarme plantada. ¿No?

Volví a escribir.

¿Dónde estás?

Ya casi es la hora.

Doble tilde.

¿Vas a venir?

¿Me estas dejando plantada?

Doble tilde.

Él no era así, sin importar que tan fuerte fuese la discusión. No iba a dejarme plantada. No iba a hacerme eso. No podía hacerme eso.

Pero lo estaba haciendo.

—No podemos esperar más, Eugenia.

Miré al ayudante que me habían indicado, quien me dio una sonrisa llena de comprensión y lástima. No quería su lástima, ni siquiera sabiendo que Santino me había dejado plantada en uno de los días más importantes de mi vida. Necesitaba concentrarme.

Podía sentirme traicionada después.

Respiré hondo, bloqueando mi celular y pasándoselo. Fingí mi mejor sonrisa, mirándolo para asegurarme de que pareciera verdadera. Él asintió con la cabeza, sin perder sus sentimientos previos.

Seguí a uno de los tantos empleados hasta la alfombra roja, donde los otros actores ya estaban posando y hablando con los distintos medios de comunicación. Apenas pise la alfombra, las preguntas y flashes empezaron.

Jugué con mi anillo de compromiso sin dejar de sonreír. Era un hábito que había empezado a tener hacía tiempo. Era algo que me relajaba cuando estaba nerviosa. Pero no estaba funcionando.

—Eugenia, ¿cómo te sentís con el estreno de tu primer película?

Miré en la dirección de donde había venido la pregunta, pero no supe identificar exactamente quien la había formulado.

—Nerviosa, pero muy feliz.

Mentira.

—¿Cómo fue tu primer experiencia filmando una película?

Aparentemente mala para mi relación.

—Fueron unos meses intensos, pero maravillosos. Definitivamente una experiencia espectacular y única.

Hicieron más preguntas, que contesté con facilidad.

—¿Y dónde está Santino Velázquez? ¿Tu prometido?

No sé.

—Ocupado, pero...

No pude terminar de hablar. Me interrumpieron.

—Pero él se lo pierde.

Valentín Tomasini se unió, parándose junto a mí.

Una de las razones por las que había discutido tantas veces con Santino.

—Pero estoy segura de que le gustaría estar acá— terminé.

Valentín se rió en voz baja, pero no dijo nada. Pero no por falta de intención. Había abierto la boca para volver a hablar cuando uno de los tantos empleados se acercó a pedirnos que posáramos juntos.

Me rindoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora