03| Ensayos y masajes

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Había pasado un mes desde el casting. Y finalmente, después de reuniones y contratos, era mi primer día de ensayo. Al ser una película de baile tenía que aprender bien las coreografías antes de empezar a actuar.

Me cagaba de la emoción y los nervios.

Abrí la puerta del estudio, caminando hacia las cinco personas presentes. Los conocía por las reuniones previas. Tres eran profesores de baile y coreógrafos, una era la directora de la película y la quinta era una camarógrafa.

—Buen día— saludé generalmente, para después darle la mano a todos.

—¿Estas preparada?— me preguntó uno de los coreógrafos.

Sonreí abiertamente, asintiendo con la cabeza.

—Emocionada por empezar.

La directora se rió, acercando su mano a mi hombro para darme un leve apretón.

—Solo estamos esperando a tu compañero.

Ah. Después de una negociación Valentín Tomasini iba a estar en la película. No había podido conocerlo, ya que siempre estábamos desfasados por temas laborales ajenos a la película. Por ese mismo motivo estaba una de las camarógrafas ese mismo día, para asegurarse de que en cámara estuviera todo bien.

La puerta del estudio volvió a abrirse y Valentín entró.

—Buenas, ¿cómo están todos?

Aproveché que saludara a todo el resto para examinarlo. Era pelirrojo y tenía muchas pecas. Claramente era atractivo. Pero sinceramente no me interesaba. Con Santino me alcanzaba y sobraba.

Quedó frente a mí, su mano estirada.

—Un gusto— lo estreché con firmeza— Eugenia Sánchez.

Hizo una mueca con los labios, no de desagrado, de gracia.

—Buen apretón. Valentín Tomasini.

Sonreí ante aquello, soltando su mano. Estaba claro que tenía una personalidad extrovertida y juguetona. Mis amigos eran hombres, podía llevarme bien con él tranquilamente.

—¿Listo para bailar?— le pregunté, intentando aligerar la presión que sentía ante la mirada de los otro cinco presentes.

Me sentía un conejito de indias.

Respiró hondo.

—Voy a intentar estar a tu nivel.

Aquello me hizo reír, estirando mi brazo para palmear el suyo.

—Buena suerte intentándolo.

El resto también se rió, incluyéndolo. Asintió con la cabeza, alzando sus manos en el aire.

—No vamos a necesitar grabarlos— comentó la directora— La química es buena.

Tragué saliva, intentando no hacer una mueca de desagrado ante aquello. No me gustaba que dijesen química. Era un término demasiado relacionado con lo amoroso. Pero sinceramente era algo que tenían todas las personas.

No lo malpienses.

*****

En cuanto había llegado a casa me había comido una milanesa que había sobrado de días anteriores y me había preparado la bañera. Me dolían todos y cada uno de los músculos. Estaba acostumbrada a la exigencia física, pero bailar y ensayar durante tantas horas seguidas había sido difícil.

Me rindoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora