09| Terminado

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—¡Corte!—gritó la directora, sonriendo de oreja a oreja— ¡Eso es todo gente!

Oficialmente habíamos terminado de grabar la película. Todos empezaron a aplaudir y festejar. Valentín me rodeó con sus brazos, levantándome en el aire y dando vueltas.

Si Santino estuviese haciendo eso con Sorete Ivanovich...

Me aclaré la garganta, removiéndome hasta que me dejó en el suelo. Su gran sonrisa disminuyó un poco. Estiré mi mano, dejando que me chocase las cinco en un intento de arreglar la situación.

—No puedo creer que hayamos terminado de grabar.

No llegué a contestarle. Luana llegó corriendo y se tiró en mis brazos, casi tirándonos al suelo. Estallé en carcajadas, devolviéndole el abrazo.

—Sos lo mejor que me dio este trabajo— susurró.

La apreté aún más fuerte contra mí.

—Quiero que sepas que sos mi primer amiga mujer.

Fue su turno de reírse, soltándome para hacer una reverencia.

—Es un honor.

Rodé los ojos, dándole un suave empujón.

Los siguientes cuarenta minutos fueron abrazos, felicitaciones y charlas. Descorcharon champagne y repartieron copas para todos. Bebí tan solo un sorbo, básicamente paseando la copa por todos lados.

—¿No te gusta?

Era un asco.

Negué con la cabeza, dejando que Valentín me sacase la copa de la mano y se bebiese todo el contenido. Fingí un escalofrío logrando que se riese.

—Varios vamos a ir a un bar. ¿Te sumas?

Luana me lo había mencionado cuando nos habíamos cruzado en un momento del festejo. No me había dado ningún dato preciso, simplemente que la mayoría de los bailarines iban a salir a tomar algo. Aparentemente habían invitado a todos los que quisiesen sumarse.

Había que socializar de vez en cuando.

—Sí.

Hizo un gesto con la cabeza, indicándome que empezásemos a movernos. Las cosas ya habían empezado a calmarse y muchos se habían empezado a retirar.

*****

Apenas llegamos al bar nos guiaron hacia la zona VIP. No lo habíamos pedido. Dios, probablemente me hubiese muerto de vergüenza antes de abrir la boca y decirlo. La dueña había reconocido a Valentín y le había parecido mejor alejarnos del resto y evitar cualquier clase de problemas.

—Qué raro que no vino Santi.

Luana miró a nuestro alrededor, como si estuviese esperando que mi prometido apareciese de debajo de una mesa.

—Está en París por unos días. Tiene que modelar para una marca.

No era que me molestase. Sabía que su trabajo consistía en viajar. Pero no me gustaba tenerlo lejos. Mucho menos cuando había diferencia horaria y ambos trabajábamos largas horas. Era casi imposible hablar. Al menos simultáneamente. Mensajes colgados a las mil horas eran más normales que una conversación.

Por lo menos sabía que Sorete Ivanovich estaba en Rusia.

Con suerte congelándose las tetas.

Mi amiga me dio una palmadita en el brazo, empujando un chupito en mi dirección. Rodé los ojos, pero me bebí todo el contenido en un movimiento rápido.

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