14| Viaje (parte II)

801 34 0
                                        

La sesión de fotos de Santino no era dentro de un estudio. Era en las calles de Nueva York. Había muchas personas involucradas. Desde maquillaje hasta seguridad. La marca de ropa era muy reconocida (y cara) y había contratado a varios modelos. Reconocidos internacionalmente. Al punto que agradecí haber trabajado con una cantante y no sentirme extremadamente shockeada ante la presencia de los modelos.

Mi celular empezó a sonar, por lo que atendí sin mirar la pantalla. Era casi imposible apartar la mirada de la sesión de fotos. Demasiada belleza junta; tanto femenina como masculina.

—¿Si?

No tenía ganas de hablar por teléfono y mi saludo lo demostró.

—¿Estas acá, yegua?

Fruncí el ceño, alejando el celular de mi oreja para poder mirar la pantalla. Lula. Estaba entre sorprendida y confundida. Nos habíamos continuado hablando por mensajes, pero no llamadas. Nunca llamadas. Ella las odiaba.

—Acá es un poco amplio— contesté, sin poder evitar sonreír— Estoy en Nueva York.

Una de las poses de Santino requirió que no mirara la cámara, por lo que clavó sus ojos en mí. Le guiñé un ojo, logrando que sonriese.

—¿Vas a recorrer algo más?

Solté un suspiro, intentando mantener mis facciones imperturbables por Santi. No quería que se desconcentrara de su trabajo. Era algo importante, no podía arruinarlo.

—No, solo Nueva York. Y es algo breve.

Lula soltó un bufido, como una nena quejándose. Me reí, logrando que se uniera.

—Quería verte. Te extraño. Bah, te extrañamos.

Aparté la mirada, tragando saliva. Sabía a quién se refería específicamente con la última frase. No había tenido relaciones formales, pero me había acostado con tres hombres en los últimos cuatro años. Uno había sido uno de los bailarines de Lula, y había sido más de una ocasión. Nada serio. Al menos para mí.

—No hagas eso— le pedí.

Casi podía ver como alzaba una de sus cejas.

—¿Por qué? ¿Estas con alguien nuevo?

Las preguntas hubiesen sido invasivas de haber sido cualquier otra persona, pero ella era así. Extremadamente frontal. Volví a mirar a Santino. Ya no estaba mirándome. Pero aun así sonreí, sintiendo mi corazón acelerarse.

—No es nuevo y no estamos juntos. Pero... pero es el único hombre que veo.

Silencio.

—Supongo que no tiene sentido pedirte que vuelvas a ser parte del equipo, ¿no?

Lula había sido una jefa excelente. Incluso se había convertido en una amiga. Pero por muy buena que hubiese sido la experiencia...

No podía, quería o iba a dejarlo.

—No, pero gracias.

Seguimos hablando de boludeces, y Lula no volvió a sacar el tema del trabajo.

*****

Alejarnos de la sesión de fotos no había sido fácil. Poco a poco se habían sumado fanáticos, logrando rodear a la zona. Los hombres de seguridad se habían encargado de que los acercamientos hubiesen sido pacíficos y después habían pedido taxis. Bueno, para los que no tenían choferes personales. Una de las modelos se había ofrecido a llevarnos, pero decidimos declinar amablemente.

Me rindoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora