08| Tentación

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—¡Llegue!

Me dejé caer en el único asiento vacío, respirando agitadamente. No me molesté en mirar a nadie. Agarré el primer vaso que había en la mesa y bebí el contenido de un trago. No pude evitar hacer una mueca al sentir el alcohol. Tampoco era una sorpresa. Era un bar.

—Tarde— me dijeron los cuatro al mismo tiempo.

Rodé los ojos, restándole importancia con una mano.

—Hay cosas que no cambian. No me jodan.

Todos los presentes estallaron en carcajadas. Éramos muchos más de los usuales. Pero habían pasado cuatro años, era normal que todos empezaran a tener sus parejas. Estaban Tamara, Fernando y Mika. Básicamente los únicos solteros éramos Santino y yo.

Pero sin presión eh.

Recorrí a todos con la mirada, deteniéndome en Tamara y Diego. Acababan de volver de su luna de miel. Se habían ido tan solo una semana. Y no había sido a una playa. Habían ido a ver nieve, aparentemente era una de las tantas cosas en las que coincidían.

—Se los ve bien y pálidos.

—Fue... increíble— dijo Tamara— Y frío.

Cruzaron miradas, sonriéndose. Había amor en el medio. Mucho. No pude evitar clavar mis ojos en Santino, quien ya estaba haciendo lo mismo conmigo. Tragué saliva, evitando hacer cualquier movimiento que pudiese delatarme. Después de la cita, nos habíamos juntado todos los días. No le habíamos contado a nadie, concentrándonos en rehacer nuestra amistad. Nada de besos o sexo.

Pero mierda si no había ganas...

Aparté la mirada, intentando prestarles atención a mis amigos. La conversación fluyó, todos haciéndoles muchas preguntas, y bromas sexuales. Para mi sorpresa, ninguno de los tres nuevos integrantes de nuestro grupo se horrorizo. Se acoplaron con facilidad, quizás Fernando sonrojándose unas cuantas veces.

—¿Y quiénes van a ser los próximos?— preguntó Tamara.

Era un chiste, pero me descolocó. Juan y Mika rápidamente se tocaron las narices, seguidos de Fernando y Leo. Santino y yo intercambiamos una mirada, los dos igual de sorprendidos y abrumados. ¿Por qué mierda no reaccionábamos?

Apenas estábamos rehaciendo nuestra amistad, un casamiento estaba lejos de ser algo que podíamos considerar. Pero mi imaginación voló. Lo vi a él en un esmoquin. Me vi a mí en un vestido blanco. Nos vi prometiéndonos amor eterno. Nos vi en nuestra luna de miel. Nos vi teniendo hijos. Nos vi envejeciendo juntos y felices.

Estaba hasta las manos.

—Bueno— alargó Diego, ante la nueva tensión— ¿Algo que quieran comentar?

Sacudí la cabeza, volviendo a la realidad. Mi sorpresa fue ver que Santino pareció tener las mismas imágenes mentales que yo. Su mirada lo delataba. Algo que no pude soportar, por lo que me fijé en mi amigo que había hablado.

Fingí mi mejor sonrisa.

—Lo que quiero comentar es que falta alcohol en esta mesa— golpeé la mesa con suavidad, levantándome de mi asiento— Vinimos a divertirnos, mierdas.

Huí, yendo a la barra con una excusa que probablemente nadie creyó. Pero no me importó. Necesitaba tiempo para pensar qué carajo iba a hacer con mi vida.

Algo que claramente no iba a descubrir en ese instante, ¿no?

*****

Mucho, pero mucho alcohol después, todos estábamos bailando en la pista. Se sentía un buen ambiente. Había buena música, gente bailando y las luces cambiaban de color constantemente. Quizás lo último complicaba el hecho de poder tener una visión decente, pero los tragos también tenían mucho que ver.

Me rindoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora