Habíamos tardado una semana en hablar con nuestros respectivos papás acerca del viaje a Milán. Habían sido conversaciones largas, y en mi caso había sido más de una. Querían asegurarse de que estuviese segura de seguir con el plan. Porque sí, había dejado de ser una locura para pasar a ser un plan.
La marca que quería contratar a Santino le cubría el vuelo, la vivienda y utilidades de la misma. Por lo que esos últimos días nos habíamos estado concentrando en investigar y averiguar sobre el resto. Teníamos que saber precios de mi vuelo, de comidas, de transporte, de turismo. Además de estudios de baile para mí.
No iba a mentir. Era mucho emocionalmente y mentalmente. Santino y yo no siempre estábamos de acuerdo, pero lo solucionábamos hablando... y después en la cama.
La mejor parte de la discusión era la reconciliación.
—Todavía no puedo creer que nos van a abandonar.
Puñalada directa al corazón.
Hice una mueca con los labios, dejando mi comida de lado. En ese momento, lo último que me importaba era comer. Estiré mi mano sobre la mesa, atrapando la de Juan. Lo apreté, intentando demostrarle con el gesto todo lo que me sentía incapaz de decir. Me sonrió de lado débilmente. Y mierda si mi corazón no se partió.
No quería dejar a ninguno de los tres chicos. Pero sobre todo a Juan. Él había sido mi segundo mejor amigo. Además de que sabía que su vida familiar era una mierda y necesitaba un apoyo extra. Uno que iba a tener que darle desde la distancia.
—Es solo un año— Santi intentó reconfortarlo.
50 semanas completas. 365 días. Miles de horas. Y cientos de miles de minutos.
Mi novio apoyó su mano en mi rodilla, palmeándome con suavidad repetidas veces. Debió de notar que no me sentía capaz de emitir palabra alguna. Que sentía un nudo en la garganta como cada vez que hablábamos de dejar a nuestras familias y amigos detrás por un año entero.
Era algo que nos iba a hacer mierda emocionalmente. Algo que habíamos tenido que hablar repetidas veces para sentirnos un poco mejor. Pero era por trabajo, y todos nos habían apoyado muchísimo con la decisión.
Con el plan extremadamente loco.
—Una semana es demasiado, no me quiero imaginar doce meses— admitió Diego, revolviendo su comida con el tenedor.
Mierda.
—Pero cuando sean millonarios nos van a pagar los pasajes para ir a verlos, ¿no?
Le sonreí a Leo, asintiendo con la cabeza, como si su broma fuese una posibilidad real.
—Vamos a ser sus sugar papis.
Los chicos estallaron en carcajadas, aliviando el ambiente. Suspiré, apoyándome contra mi asiento para poder verlos interactuar.
Iba a extrañar los "eso es lo que ella dijo" de Juan. Iba a extrañar las charlas sobre chicos con Leo. Iba a extrañar ver películas de terror solamente por las reacciones de Diego. Iba a extrañar las salidas a cenar o a boliches con los tres. Pero solo iba a ser un año.
Solo un año.
Un año en el que me iba a dedicar a fortalecer mi relación con Santino. Año que podíamos aprovechar para conocer Milán y alrededores. Un año en el que podíamos enfocarnos en nuestros deseos y planes para el futuro. Un año en el que nos íbamos a concentrar solo en nosotros.
No era algo malo. Era algo bueno.
No iba a mentirme a mí misma y fingir que todo era excelente. Tenía mis dudas, miedos e inseguridades. Pero también estaba emocionada, feliz y ansiosa por saber cómo iba a ser ese año.
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Me rindo
Romance❝Era tan hermoso que casi dolía verlo directamente a los ojos. Pero lo que dolía aún más era saber que era intocable. No por su belleza, no. Sino porque ese bombón era mi mejor amigo desde que tenía memoria.❞ Dos mejores amigos. Un amor escondido. ...