07| Cita (parte II)

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-Punto de vista de Santino-

Después de quedarse mirándola un momento, Eugenia volvió a portarse como una persona normal. Contestó todas y cada una de las preguntas que Jazmín le hizo. Movió mucho su mano libre, algo que ni siquiera debió de notar. Era la pasión que sentía por su trabajo, tomando las riendas de la conversación. La hacía brillar. Algo que Jazmín también notó.

Difícil de no darse cuenta.

Yo no dije, ni hice nada, limitándome a verlas interactuar. Sobre todo concentrándome en la rubia acastañada. Me era imposible no hacerlo. Me tenía absoluta y completamente absorbido. Sobre todo cuando sonreía de la forma en la que lo hacía en ese momento.

Llegado un punto vino alguien que pertenecía al estudio de Jazmín a interrumpirnos. Le dijo algo relacionado con que tenía que hablar con más personas; bailarines, empleados y gente del público. La ex bailarina se giró hacia Euge en cuanto la persona se fue.

—Fue un gusto conocerte, Eugenia— sinceridad en sus palabras— Si algún día estar interesada en trabajar en mi estudio, no dudes en pasar y pedir de hablar conmigo.

Dicho aquello, nos sonrió y se retiró.

Eugenia era una mujer con mucho talento. Era algo imposible de ignorar. Sin embargo, ella sí pareció sorprendida... y muy abrumada. Observó cómo Jazmín Botta se marchaba, mirándome en cuanto despareció de su vista. Sus ojos estaban bien abiertos, casi tanto como su mandíbula. No pude evitar reírme. Estiré mi mano, empujando su mentón con suavidad, haciendo que cerrase la boca.

Era hermosa hasta en estado de shock.

—¿Me acaba de ofrecer trabajo?— preguntó, agarrándose de mis brazos.

Le sonreí con cariño y mucho orgullo, a pesar de que me estaba clavando las uñas.

—Te acaba de ofrecer trabajo— confirmé.

No dije nada más, permitiendo que procesara la información. Lo hizo saltando en el lugar y soltando un gritito bajo muy parecido a la alarma de un celular. Intenté no reírme, pero me fue imposible. Parecía como si se hubiese ganado la lotería. Pero la entendía. Era uno de sus sueños.

—No lo puedo creer— dijo finalmente, saltando pero no gritando— ¡Jazmín Botta me ofreció un trabajo!

Por mucho que quisiese dejarla seguir disfrutando de aquello, no nos correspondía estar ahí. Al menos no una vez que ya habíamos conocido a su ídola. Había tenido que pedir muchos favores para hacerlo, y no querría abusarme de la amabilidad de nadie.

Moví mis brazos, provocando que sus uñas me soltasen. Le rodeé los hombros, pegándola a mi costado. Empecé a caminar sacándonos de ahí, mientras ella me contaba todo lo que le había dicho. No le dije nada, sonriendo y asintiendo con la cabeza como si fuese la primera vez que lo escuchaba, y no hubiese estado presente con ellas.

—No lo puedo creer— volvió a decir, en cuanto terminó su relato— ¿Tuviste algo que ver con que me ofreciera un trabajo?

¿Me estaba jodiendo?

Frené en seco, sin importarme que molestásemos a la gente que intentaba caminar por la vereda. O sin importarme que pudiesen llegar a reconocerme. Ella era más importante. Solté sus hombros, caminando hasta quedar frente a frente. Se removió con nerviosismo, pero le sujeté las mejillas con delicadeza para que no apartase la mirada.

—No, no tenía la menor idea de que Jazmín te iba a ofrecer un trabajo, pero no me sorprende— mis palabras transmitiendo mi seriedad—Si hay algo que te sobra, es talento, Eugenia.

Me rindoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora