No nos vimos al día siguiente. O ninguno de los días siguientes, para el caso.
El representante de Santino había logrado conseguirle varias entrevistas para aclarar todo antes de que siguiese corriendo la bola de que yo era una cornuda internacional. Al otro día él tenía un viaje programado a México. Y dos días después yo tenía que ir a España para la premier de mi película. Lugar donde estaba en ese momento.
Sonreí a las cámaras, como si todo eso me gustase.
Quería estar en mi casa comiendo helado y mirando alguna telenovela estúpida.
—¿Cómo estáis con Santino Velázquez?
Lo que me faltaba.
—Muy bien— contesté, sin dejar de sonreír.
Sí, bien como el culo.
Siguieron haciendo preguntas al respecto, pero me hice la pelotuda monumentalmente, sonriendo y posando. Valentín pareció notar mi incomodidad porque se acercó a mí con una sonrisa confiada.
—Vinimos para promocionar nuestra película— comentó, colocándose junto a mí— Preferimos dejar las relaciones personales, en la vida personal.
Guiñó un ojo, empezando a hablar y hablar. Era un buen chamuyero. O manipulador. Pero en ese momento no me importaba porque me iba como anillo al dedo. Dejé que fuera el centro de atención, asintiendo con la cabeza o haciendo breves acotaciones.
En fin, estaba demasiado distraída que ni siquiera note la conmoción que se había armado, al menos hasta que empezaron a gritar el nombre de Santino. ¿Por qué gritaban su nombre?
¿Eh?
Giré mi cabeza, notando como el morocho se acercaba a nosotros con una sonrisa. Lo conocía lo suficiente como para saber que era forzada. Movió la mano, saludando a las cámaras, pero sin dejar de caminar hacia mí.
¿Qué... ¿Cuándo...
En cuanto estuvo a mi lado, me dio un beso digno de películas y premios. Me sujetó la espalda y la rodilla, inclinando mi cuerpo hacia atrás. Me tuve que sujetar de sus brazos, pero más que eso no hice. Bueno, además de devolverle el beso.
El mundo dejó de existir, como siempre que estaba junto a él.
Wow.
Lentamente me volvió a enderezar, separándose de mis labios pero uniendo nuestras frentes.
—Mi Luna— susurró.
Aquello me devolvió a la realidad. Los gritos, preguntas, silbidos, flashes. Miré sus labios, chequeando que no tuviese labial. Resultaba que la marca era buena. Tenía que comprar más.
—¿Qué haces acá?
—Sorprenderte.
Nos giró hacia las cámaras, pero no dejó de mirarme con una sonrisa honesta. Negué suavemente con la cabeza, sonriendo como una estúpida.
Pero todos los que se enamoraban y amaban eran estúpidos, ¿no?
—Estás loco.
—Sí, de amor por vos.
Cursi. Pero mi cursi.
Rodé los ojos, pero sin dejar de sonreír.
Los gritos se habían vuelto casi desesperados, intentando lograr que contestásemos sus preguntas. Santino alzó su mano libre, moviéndola para indicar a todos que hiciesen un poco de silencio para que pudiese hablar.
—Ya lo aclaré pero no tengo problema en volver a repetirlo las veces que sea necesario. Saskia Ivanovich es una compañera de trabajo que me pidió que hiciera de remisero como favor. Las fotos dieron lugar a una malinterpretación de la situación— giró la cabeza para dejar un beso en mi sien, asegurándose de no arruinar mi peinado— Ame, amo y voy a amar a una sola mujer.
El hombre perfecto.
*****
Santino tiró de mi mano. Íbamos saludando y hablando brevemente con la gente en el camino, pero parecía decidido hacia dónde ir. No tenía la menor idea de que quería. Estábamos en un salón amplio, festejando la premier española.
—¿A dónde vamos?
No me contestó. Pero no hizo falta. Me di cuenta en cuanto caminó derechito hacia Valentín. Oh, mierda. Eso no era una buena idea. Apreté su mano, mirando a nuestro alrededor. ¿Iba a hacer una locura con tanta gente rodeándonos?
—Santino...
Valentín nos vio llegar con una ceja alzada y una sonrisa ladeada. Me miró de pies a cabeza, como si buscase molestar a mi prometido a propósito. Oh no, no, no.
Por favor no quería salir en más revistas de chismes por unos cuantos días.
—Valentín—saludó el morocho, estirando su mano libre— Quería agradecerte en persona haber acompañado a mi prometida en la premier argentina y haberla alcanzado hasta casa sana y salva. Fue muy amable de tu parte.
Giré la cabeza para verlo boquiabierta. ¿Realmente le estaba dando las gracias?
¿Se había congelado el infierno?
—Fue un gusto— le estrechó la mano, manteniendo la sonrisita— No soy capaz de dejar a una mujer tan perfecta, hermosa y buena sola.
Y a la mierda todo el ambiente "tranquilo".
Pude sentir como Santino apretó mi mano, pero no hizo nada más que eso. Continuó sonriéndole a Valentín, como si sus palabras no lo hubiesen irritado. Sobre todo cuando le había dado a entender que Santino si era capaz de dejar a una mujer "tan perfecta, hermosa y buena" sola.
Mientras esa mujer no fuese Sorete Ivanovich.
Bueno, tenía permitido seguir un poco enojada, ¿no?
—Me alegro que seas un buen amigo para mi prometida— soltó mi mano, pasando su brazo sobre mis hombros y dejando un beso en mi sien— Ah, y felicitaciones por la película.
Valentín sonrió abiertamente, para después guiñarme un ojo.
—No tengo dudas de que mi actuación fue muy creíble.
Hora de interrumpir la medición de penes.
—Bueno, vamos a buscar algo de comer que tengo hambre.
Empecé a caminar, básicamente obligando a mi prometido a hacer lo mismo.
—Eso no fue muy educado— comentó.
No.
—Lo que no fue educado fue querer mearme como un perro porque no estuviste y otra persona sí— gruñí por lo bajo, forzándome a sonreír por si alguien nos veía.
Aparentemente no estaba un poco enojada. Estaba muy enojada.
Se tensó, y se quedó en silencio. Llegamos a la mesa de comidas, donde disimuladamente me deshice de su brazo para poder agarrar cualquier cosa. No había nada muy tentador, pero con tal de deshacerme de la incomodidad, me decidí por un poco de pan.
Las peores fiestas eran las que querían elegancia y ponían comida de mierda.
—¿Cómo puedo solucionarlo?
Me encogí de hombros, soltando un suspiro.
—No lo sé.
Y era la verdad.
Sabía que Santino no me había metido los cuernos. Sabía que había aceptado alcanzarla a su casa porque era una buena persona. Sabía que esos no eran los primeros rumores de nuestra relación y no iban a ser los últimos. Y no tenía la menor idea de cómo manejarlo.
Cómo no sentirme dolida cuando pasaba.
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Me rindo
Romance❝Era tan hermoso que casi dolía verlo directamente a los ojos. Pero lo que dolía aún más era saber que era intocable. No por su belleza, no. Sino porque ese bombón era mi mejor amigo desde que tenía memoria.❞ Dos mejores amigos. Un amor escondido. ...