11| De ella

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-Punto de vista de Santino-

Habían sido muchas emociones. Cuando Eugenia me había llamado a las tres de la mañana diciendo que se sentía mal había sentido mucha preocupación. Primero porque ella no era una persona que se enfermase regularmente y segundo porque odiaba pedir ayuda con todo su ser. Pero cuando llegué a su departamento y la vi desmayada con la puerta abierta... mierda. Eso fue algo que no había sentido nunca antes. Ni siquiera podía calificarlo como desesperación. Fue como si me hubiesen arrebatado el corazón, devolviéndomelo cuando despertó en el hospital.

No podía dejarla sola. No solo por ella o para cuidarla en su recuperación. Sino porque literalmente no me sentía capaz de estar lejos suyo después de haberla encontrado así. Tenía la necesidad de asegurarme que estuviese bien. Al menos por un tiempo.

O eso esperaba.

Tenía que admitir que me había descolocado que pusiese "Modern Family". Era algo que habíamos empezado a ver cuándo estábamos juntos. Oficialmente. Y no habíamos llegado a terminarla. Aparentemente ninguno de los dos había intentado seguir viéndola sin el otro.

Habíamos visto varios capítulos antes de que Eugenia se quedase dormida. Para suerte y placer mío se había acomodado con su cabeza sobre mi pecho. No creía que hubiese sido algo consciente. Pero lo aproveché. Acaricié su cabello, logrando que suspirase en sueños.

Ni siquiera estábamos en el hospital y seguía preocupado. Pero también tenía una sonrisa en la cara. Debía de parecer el Guasón. No podía evitarlo. No cuando la tenía en mis brazos.

«—¿Cuántos años pasaron?»

Definitivamente era la única persona que conocía que se despertaba después de un desmayo y lo primero que hacía era intentar bromear. Me había resultado tan molesto como adorable. Había querido sacudirla y llenarle la cara de besos.

Era un mecanismo de defensa. Una forma de impedir que la gente sintiese lastima por ella. Una forma de impedir sentirse expuesta. Quizás ese había sido el motivo principal por el que había decidido seguirle el chiste en su momento. Porque sabía que lo necesitaba.

«—Vas a ser mi enfermero personal. ¿Los baños de esponja vienen incluidos?»

Otra demostración de su mecanismo de defensa. Y sin embargo me había generado una imagen mental que me era imposible de borrar. A pesar de ello, era capaz de hacerlo sin sexualizarlo. Si bañarla con una esponja era la manera de hacerla sentir protegida, era capaz de hacerlo sin intentar nada más. ¿La explicación? La amaba mucho más de lo que la deseaba.

Era hermosa hasta sintiéndose mal, con ojeras, pálida y dormida.

Si estaba dormida significaba que no me escuchaba...

—Te amo— susurré, dejando un beso en su coronilla— Te amo demasiado.

Sentí como si me hubiese quitado un peso de encima, a pesar de que ella no me había escuchado. Solté un suspiro. Amaba tenerla en mis brazos, pero no era la mejor posición para que durmiese. Pasé una de mis manos por su espalda y la otra por debajo de sus piernas. Haciendo un esfuerzo nos levanté a los dos del sillón, caminando hasta su habitación.

Soltó un quejido, hundiendo su cabeza en mi cuello, pero no despertó. No completamente. La apoyé sobre su cama, asegurándome de hacerlo lenta y cuidadosamente. Le saqué las zapatillas, dejándolas a un lado de la cama. Y finalmente agarré una manta y la tapé.

Apoyé mis manos en el colchón, inclinándome para poder dejar un beso en su frente. Después de aquello salí de su habitación y me acosté en el sillón, poniendo el primer programa basura que encontré.

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