XV

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Izuku no dijo nada más.

No tenía aún palabras para poder consolarla más que darle su brazo para que ella se desquitara.

Sabía lo que se sentía, y es más doloroso cuando te guardas el llanto y no tener a nadie quien te pueda escuchar o al menos animar te un poco.

Lo sabía perfectamente porque el vive así, y no es nada fácil.
No quiere eso para su amiga.

Apenas se estaban conociendo hace unas semanas, pero la confianza que ya se tenían era como si fueran amigos de infancia.

No era ese tipo de amistad que ambos saben totalmente todo de la persona contraria, o de esas que siempre están a tu lado como lapa. O como la amistad de Deku con Kacchan.

No.

La amistad que tenían esos dos compañeros eran sinceros, sin nesecidad de saber todo del contrario.
Era esa amistad de que no les importa ir a la casa del otro para pasar el rato.
Era esa amistad que siempre te protegerá la espalda y te dará el pecho para darte apoyo.
Una amistad que no nesecita decir secretos o juramentos inútil sino solo la comprensión del uno al otro.
Esa bella amistad que donde ambos se golpean pero no pelean.

No era una amistad cliché.
Pero tampoco fría.

Tenía lo necesario.

Y ahora estaban los dos caminado tranquilamente entre callejones sin decirse nada mientras se dirigía a la casa del peli verde.

Uraraka se tomó su tiempo para calmarse acto que no molesto para nada a Izuku a pensar de que ahora tenía el pecho húmedo por las lágrimas que fueron depositados.
Uraraka estaba caminado tranquila sin expresión, de seguro su mente debe de estar revuelta aún.
Pero es una chica fuerte, lo que ocurrió fue muy repentino y recientemente pero aún así ella se seguía viendo fuerte y decidida.
Otras personas entrarían en una gran Depresión queriendo quitarse la vida o llorar para toda su vida.
Uraraka ya aceptó la situación, no podía obligar a nadie que la soporte.

Había vivido en oscuridad desde que nació, mientras más crecía la neblina la inundaba más.
Estaba pérdida en el camino.
Fue Tomura quien le extendió la mano para ser su guía en ese lugar oscuro y nebuloso.
Uraraka siguió el camino teniendo el objetivo a sus padres.
Pero una vez que perdió ese objetivo ya tenía camino que tomar. Y era lo contrario que lo de su objetivo.
Fue donde apareció Deku con su luz en toda la oscuridad dándole la claridad del camino y provocando que ahora este a su lado.

Izuku invitó a la castaña a su casa, claramente no la iba a dejar a su suerte ahora que su amiga no tenía donde pasar la noche. Y tampoco era buen momento para molestar a Tomura.
Aunque su mente estaba preocupado por su compañera quería darle su espacio, y además igual estaba pensando en como explicarle esta situación a su madre; si esta despierta hará mil preguntas el porque salió tarde y el porqué estaba herido además de que igual preguntaría por su amiga.
Su madre era muy bondadosa que aceptara que se quede.
Pero lo que menos quiere es hacer preocupar a su madre.

Las calles de su casa era muy tranquilos, nada más se escuchaba el viento, no había nadie por las altas horas de la noche y solo se veía las calles que eran iluminadas.

Izuku guió a su compañera a su departamento, no era gran cosa pero tenía lo necesario.

-Vamos a entrar sin hacer ruido para que no se despierte ¿si?.

-¿Aun estas seguro de esto? No quiero ser una molestia.

-Descuida. Mi madre de pondrá muy feliz de saber que tengo una amiga -comentó.

For my blood, sweat and tearsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora