XXIII

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Una nueva semana de clases empezaba para todos los estudiantes de Tokio.

Habían tenido unos días para que descansarán antes de regresar a clases y ahora el brazo del pecoso estaba mejor, él igual lo estába.

Había Estado encerrado esos días por que su madre sobre protectora y muy preocupada no dejaba que haga ni el más mínimo de esfuerzo, solo que se recupere, su bella madre cariñosa estaba orgullosa de su hijo, a ella no le importaba si ganaba o perdía, le importaba que su hijo este bien.
Apenas lo dejó salir un día para que pueda ir  con sus compañeros a festejar, que por cierto el pecoso no disfrutó mucho, tuvo que ocupar su quirk para estar en dos lados, con su grupo de amigos y donde Shinso.

Los Dolores de cabeza cesaron ese día, y estaba feliz porque también se le manifestó su último quirk mientras estaba en su casa: fue sin querer cuando un día estaba hablando su con madre y el insistía en ayudar en la casa pero su madre se opuso, sin querer la tocó del hombro y sintió una descarga salir de su cuerpo, al principio no supo que era pero después cuando escuchaba a su madre alarmada porque su quirk no funcionaba lo entendió, ahora su quirk funcionaba normal, solo se había cancelado por unos minutos.

Ahora nuestro protagonista iba en camino a la Academia, iba en el metro pegado a su móvil telefónico revisando las últimas noticias que había pasado poniéndose al tanto de todo.

—Oye, el es Midoriya de la clase de heroes — empezaron los susurros.

—¡Buen trabajo en el Festival Deportivo! ¡Estuviste cerca! — le habló otro que se encontraba cerca de él.

—¿eh?

—Estuviste en los mejores ocho.

—¡Eres genial!

Los halagos empezaron, Izuku se sintió un poco nervioso, aun no se acostumbraba a la multid ni a los halagos, por otra parte igual estaba feliz, la gente estaba empezando a conocerlo, eso era bueno, entre más lo  reconocían mejor.

Ese día estaba lloviendo, un peli verde con pelo rizado iba caminado a pasos regular a sus clases casi sin ganas, hubiera preferido quedarse un día más en su añorada casa con su bella madre, joder como quería a su madre que era el único Ángel en todo este mundo, ¿la mejor madre del mundo? Izuku aseguraba que lá era.

—¡Buenos días Midoriya-kun! — un saludo se escucho detrás de él, Izuku ya sabía quien era, Izuku no lo Lo podía creer, ¿el primero que lo hablaba era al que más mal le caía de la clase? Este Iida... Espera ¡Iida lo saludó!.

—¡¿Iida-kun?! — y esque le sorprendía de que el pelo azul le saludarla como si nada, ¿acaso no estaba triste por la muerte de su hermano? ¿Tan poco le dolía? No entendía por que Midoriya seguía llorandole de vez en cuando a su hermano y eso que pasó más de diez años y el dolor aún no cesaba.

—¿Porque estas caminado tan lento? — regaño, como siempre — ¡Llegaras tarde! — y como siempre sus mandatos.

Izuku simplemente no podía creer, ¿no funcionó?.
Aun así siguió su camino al ritmo de su caminata lllegando a tiempo a su clases después de haber dejado su paraguas en su casillero al igual que todos.

Entró a la Sala enseguida, ya todos estaban ahí, el era el único que faltaba aparte del profesor que de seguro se presentará cuando la campaña suene.

—¡Deku-kun! — saludo la castaña muy animada desde su asiento.

—Hola viejo — saludo igual su segundo compañero que estaba al lado del pelirrojo de la clase.

Un par de saludos hacia el pecoso se hizo presente, no se habían visto en días así que todos saludaban amigablemente, lo que no se espero fue que Iida se pusiera delante de el impidiéndole el paso a su lugar.

For my blood, sweat and tearsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora