Lucrecia Montesinos

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Estaba en prueba de matemáticas y era la única materia que odiaba en toda mi vida, podía elegir lenguaje, biología hasta religión, pero menos matemáticas. La mayoría de las pruebas copiaba o incluso me ayudaban, pero están vez estábamos a dos metros de distancia y a cada momento la profesora se paseaba a vigilar.

"La raíz cuadrada de 7 dividido en 10"

No tenía idea cuál era el resultado así que disimuladamente sacó mi teléfono y apretó la calculadora, estaba a punto de teclear hasta que escucho la voz chillona de la profesora al llamarme.

— ________ Rivera te llama el director — dijo la profesora mientras me miraba unos segundos y baja su vista a unos papeles.

Yo solo me pongo de pie y salgo de la sala empezando a caminar por los pasillos desiertos. ¿se abra dado cuenta que raye su auto? O ¿Por qué traje drogas a la escuela? Con todas esas preguntas en mi cabeza entro a la oficina del director, pero en cuanto me giro no encuentro a nadie, estaba totalmente vacío. Negando estaba a punto de irme hasta que siento dos manos en mi cintura, en cuanto me giro veo a Lucrecia enfrente de mí.

— Que haces aquí — dije con una sonrisa mientras agarraba su rostro y le daba unos cuantos besos.

— Mágicamente el director me llamó a mí también, y me dijo que alguien me iba a castigar por portarme muy mal — susurró con una sonrisa coqueta.

— Puedes decirle a Guzmán que te castigue en el baño —dije separándome de ella para luego apoyar mi cuerpo en la orilla de la mesa.

— Vamos bebé no seas celoso — dijo la otra mientras se acercaba a mí y dejaba sus manos en mi cuello.

— No creas que no me doy cuenta de que Guzmán te da de día y yo te doy de noche Lucrecia. Algún día tendrás que decidir ya que algunos de los dos no vamos aburrir del juego y adiós al trío — dije bajando mis manos a sus glúteos.

Apretaba su trasero escuchando como su respiración se aceleraba.

— No me molestaría hacerlo a....

Antes que pudiera terminar la frase veo una sombra negra detrás de la puerta así que rápidamente agarro la mano de Lucrecia y no escondimos en la mesa, pero fue tan rápido que me pegue en la punta de la mesa en la cabeza haciendo que Lucrecia se ponga a reír. Cuando escucho unos pasos llevo mis manos a la boca de la castaña haciendo callar su risa.

— Vamos Oscar, cuando vamos a estar ocultando lo nuestro — dijo una voz que me hacía conocida pero definitivamente se estaba refiriendo al director de la escuela.

—No puedo Verónica, tengo una esposa y tres hijos. Nadie debe saber que me acuesto con la profesora de ciencias.

Con Lucrecia nos miramos con nuestros ojos saltones, pero tenía que averiguar lo que estaba pasando así que disimuladamente miro por la orilla y veo a la mismísima profesora de ciencia y al director comiéndose la boca. Los veo que caminan hacia la mesa así que rápidamente me escondo y empezó a escuchar el sonido de sus bocas. De repente escucho cómo la mesa crujía y escucha unos jadeos sabiendo perfectamente lo que estaban haciendo. Yo solo cerraba mis ojos y tapaba mis oídos mientras que Lucrecia tenía una sonrisa en su rostro totalmente perturbadora. Después de unos minutos que se sintieron eternos paramos de escuchar los jadeos y escuchamos cómo la puerta se cerraba.

— Creo que ya se fueron — dije susurrando mientras veía y no había nadie.

Salgo abajo de la mesa y me alejó completamente donde habían estado los dos señores.

— Si no hay nada más que hablar me retiro, ya que tengo una prueba — dije empezando a caminar hasta la puerta, pero nuevamente Lucrecia me agarra y me acorrala contra la pared.

— Te espero en la noche, tengo muchas tareas pendientes — dijo Lucrecia tomando mis mejillas para darme un beso corto, tan siquiera me dejo que reaccionara cuando la siento que me empuja y sale de la oficina.

— Maldita enana — dije negando con mi cabeza. Me giro a la mesa y me da escalofríos y sin estar más en esta oficina salgo.

 Me giro a la mesa y me da escalofríos y sin estar más en esta oficina salgo

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Famosas y Tu (one shots y imaginas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora