— ¿Seguro que no quieren ir a nadar conmigo? — preguntó Kenia mientras me miraba casi enojada.
— No cariño, estaré aquí por mientras — respondí bebiendo de mi jugo.
Veo de reojo que asiente y empieza a caminar hacia el mar. Por mi parte me giro y empiezo a conversar con una vieja amiga. Estuvimos hablando por unos minutos mas hasta que tuvo que irse, por mi parte dejó mi vista en Kenia, mientras veía que estaba conversando con un chico. Pude observar que el chico le sonreía y no amistosamente. Yo no sentía ningún celo, no era de ese tipo de novia que era tóxica y celosa, pero en cambio Kenia, lo era.
Yo sin problema me pongo de pie y agarro mis cosas, el sol ya me estaba sofocando y necesitaba una ducha muy pero muy helada y en el hotel era perfecto. De reojo veo a Kenia correr hacia mí pudiendo ver una enorme sonrisa.
— ¿Nos vamos? — preguntó confundida.
— Sí cariño, el sol me tiene un poco sofocada. Me iré a dar un baño, pero si quieres puedes quedarte aquí — hablé mirándola.
Ella niega con la cabeza mientras me ayuda a recoger — Iré contigo —
En cuanto recogimos nuestras cosas empezábamos a caminar. En el trayecto a nuestra habitación Kenia no dejaba de hablar sobre el chico, la castaña sabia toda su vida en solo tener una conversión de tres minutos con el. Sabía como se llamaba, sabia donde vivía y sabía cuanto perros y gatos tenía en su departamento. Yo solo quería reírme en su cara ya que estaba tratando de sacarme celos pero no lo lograba y nunca lo va poder lograr.
— ¡Me tomaré una ducha! — grité inconscientemente caminando hacia el baño.
Empiezo a sacarme la ropa hasta quedar desnuda, me meto a la ducha y doy el agua helada. Suelto un suspiro de satisfacción mientras mojaba mi cara y todo mi cuerpo. Mi cuerpo brinca cuando siento dos manos en mi cintura, me giro y veo a Kenia desnuda. Corto el agua y dejó mi cabello hacia atrás.
— Perdóname — susurró sin quitar sus manos en mi cintura.
Con mis cejas fruncidas la separó de mi suavemente y agarro su rostro.
— ¿Por qué corazón?
— Me porte como una niña de diez años y trate de sacarte celos con el chico pero tan siquiera hablamos. Solo quería una foto conmigo — habló con un puchero sacándome una risa malvada — ¡No te rías! —
— Lo siento lo siento, pero me dio mucha risa al ver tu expresión que no lo estabas logrando.
— Eres como una estatua, no eres tóxica y no eres celosa — dijo tomando mis manos.
Yo niego mi cabeza mientras acariciaba sus manos — Amor... que no sea tóxica y celosa no significa que no preocupe por ti. Me gusta verte feliz, me gusta verte bien y sobre todo me gusta verte celosa — respondí sonriendo.
Ella golpea mi brazo con un puchero. Sin quitar mi sonrisa agarro su rostro y junto mis labios con los suyos, agarro su cintura y la muevo hasta quedar debajo de la regadera. Con una mano doy el agua tibia y nuestros cuerpos empezó a mojarse pero aún así no nos separamos.
Nos separamos cuando nuestro pulmones no pudieron más.
— Te amo — habló con una sonrisa.
— Yo también te amo. Ahora date la vuelta, lavare tu cabello — dije mirándola.
Ella asiente y se gira. Corto la regadera nuevamente, agarro el shampoo que solamente usaba ella y empiezo aplicar en su hermosa cabellera. A medida que lavaba su cabello repartía varios besos en sus hombros, me gustaban estos días así con ella.
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