Estaba en el sillón mientas que escuchaba a Lipa desde la otra habitación como gritaba enojada. Antes de ayer le había llegado Andrés y básicamente en estos días ha estado bastante enojona y peleadora ya que algunas veces le llega todo lo contrario, algunas veces le llega feliz, otras veces anda deprimida pero ahora estaba igual que un Gremlin, tan solo porque me comí el ultimo helado de pistacho que había en el refrigerador.
— Por qué te comiste el helado ________, son los únicos que me gustan y tu sin preguntarme te lo comes — dijo Dúa mientras salía de la habitación y se colocaba en frente de la televisión, pero ignorándola continuó viendo la película.
— No me ignores maldita sea — habló nuevamente, pero esta apagando la televisión.
Yo en silencio subo mi vista y la veo, trataba de hacer oídos sordos hasta trababa de cantar una canción en mi mente, pero la voz de Dua era como un pito en los oídos.
— Se acabó, cállate y siéntate — dije mientras me ponía de pie y tomaba sus hombros para luego obligarla a sentarla.
Es la primera vez que le respondía ya que cada vez que peleábamos yo me iba a dar un paseo o iba donde mis amigos para tan solo evitar la pelea, pero esta vez sí me había cabreado y eso que tengo bastante paciencia.
— Quiero que te quedes aquí, y no quiero que salgas — dije mientras caminaba hasta la mesa y agarraba las llaves.
Salgo de casa con mi pijama común y con una sudadera ya que no tenía tiempo de cambiarme, tan solo debía buscar una tienda que atienda a las 12 de la noche. En cuanto subo al auto recorro toda la cuidad para encontrar una tienda, pero no había ninguna abierta casi la mayoría cerraban el comerció a las diez hasta que veo una tienda que estaba abierta.
Salgo lo más rápido del auto para luego entrar a la tienda. Saco todos los dulces posibles, pero sobre todo saco helados de pistachos para que a Dua se le congelé el cerebro de tanto comer. Tan poco podía ser tan mala ya que debía tener paciencia con ella, como ella es conmigo.
— Que tenga una linda noche — me dijo el hombre mientras me daba el vuelto, con una sonrisa lo recibo y le doy las gracias para luego correr hasta mi auto y empezar a conducir.
Hacía un frio tremendo y como estaba tan calentita en la casa ya que estaba con la salamandra aquí era como estar en Alaska. Cuando abro la chapa de la puerta no veo a Dua en el sillón como le había dicho, así que con las compras en mis manos todavía camino hasta la habitación y la veo en cama mientras escuchaba sus sollozos.
— Vamos nena no estés triste, te traje algunos regalos — dije dejando las bolsas en la cama, Dua se seca las lágrimas y empieza a revisar todo.
Cuando Dua revisa toda la cosa de la bolsa comienza arrastrarse de la cama hasta llegar a la orilla.
— Perdóname, a veces puedo ser un poco insoportable — habló abrazándome.
— ¿Un poco? Un poco harto — dije acariciando su cabello — Pero si decidimos estar juntos debemos tener paciencia del uno y del otro, a eso se refiere estar en pareja — dije dándole un beso en su frente.
— Lo sé, solamente perdóname — contestó.
Dua se sube a la cama y se cuelga a mi cuerpo como un koala. Dejo mis manos en su trasero y ella rodea sus piernas en mis caderas.
— Te perdono, pero tendrás que darme un chocolate — dije dándole un beso en la comisura de su labio.
— De acuerdo.
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