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Ashley

Volvía a ser de noche.

Los gemelos habían estado medio dormidos, así que estábamos solo yo y Aiden en el sofá.

Habíamos bebido un poco durante la cena gracias a la insistencia de mi madre.

—No sabía que componías – comenté.

Aiden ya no estaba para nada serio. De hecho, estaba más sonriente y feliz de lo que había estado nunca.

Un poco extraño, pero yo no iba a quejarme.

—Soy una verdadera caja de sorpresas.

—¿Por qué viniste herido?

De nuevo, Aiden entendió el contexto inesperado sin necesidad de explicárselo. Encogió un hombro.

Era de noche, había bebido un poquito en la cena, quería desahogarme y llevaba unos días demasiado intensos.

—Me metí en una pelea.

—¿Por qué?

Me miró unos segundos, pensando en qué responder.

—Se metieron con quién no debían.

Decidí no preguntar y volví a cambiar de tema.

—¿Realmente ganas tanto dinero con YouTube como para permitirte dos coches de lujo?

Y se rio, literalmente, de mí.

—No boba, con lo que más dinero gano son con las carreras.

Me removí.

—¿Por qué no te afecta el alcohol?

—Sí que me afecta, pero tengo más aguante que tú.

Y se me ocurrió una idea.

—¿Sabes alguna canción de One Direction con la guitarra?

—Alguna.

Me giré hacia él con una sonrisa.

—¿No decías que no te gustaban?

—Yo no he dicho eso.

—Sí lo has hecho.

—No, nunca.

Y por su sonrisa supe que tenía razón.

—¿Algún día me la tocarás? – y sonreí aún más —¿o me la enseñarás? – junté mis manos – ¿por favor?

Se quedó mirándome y una pequeña sonrisa empezó a formarse en sus labios.

—Algún día.

Oh...iba a soñar con eso.

Volví a mirar a la televisión, acomodándome.

—¿Sabes? Nunca pensé que volvería a estar así con alguien.

—¿Así cómo?

Señalé nuestra posición.

Estaba con mi cabeza en su regazo y él jugaba con los mechones de mi pelo tranquilamente.

—La vida da muchas vueltas.

—Supongo – dejé el mando unos segundos para mirarlo a los ojos.

Y entonces él lanzó la pregunta del año.

—¿Por qué tienes pesadillas, Ash?

Inspiré mientras desviaba mis ojos de los suyos, repentinamente incómoda.

Sirimiri entre cicatrices Donde viven las historias. Descúbrelo ahora