❒ 24 ❒

1.2K 62 26
                                    

Aiden salió de la ducha media hora después de haber entrado, con el pelo mojado y una simple toalla que dejaba al descubierto su trabajada musculatura.

Me incorporé, con su sudadera puesta, y me acerqué a él a paso lento.

Me dio un rápido beso en los labios que me hizo sonreír y se alejó para besar la punta de mi nariz y girarse a buscar ropa en el armario.

—Voy a... —empecé —...lavarme.

Aiden asintió, mirándome con expresión divertida, y yo me dirigí al baño, cerrando la puerta corredera detrás de mí.

Me desvestí y me metí en la ducha. Abrí el chorro, cerrando los ojos para disfrutar de la relajante sensación del agua cayendo encima de mí.

Me enjaboné completa mientras pensaba en lo que acababa de vivir con Aiden. Se había centrado única y exclusivamente en mi placer.

Dios mío.

Él sabía perfectamente lo que hacía en cada momento, con cada toque.

Nunca había tenido una experiencia sexual tan gratificante en mi vida, eso seguro.

Era lo que le había pedido. Y lo había hecho realidad. Me había olvidado completamente de todo durante un rato. Y se lo agradecía.

Pero quizá, por esta vez, me hubiera gustado llegar al final.

Salí de la ducha y, mientras secaba mi cabello, me miré al espejo. Mis ojos estaban rojos por haber llorado durante toda la tarde. Me coloqué nuevamente la sudadera de Aiden.

Mi mente estaba a punto de empezar a llenarse de recuerdos de nuevo, así que sacudí la cabeza y pestañeé varias veces.

Salí a la habitación y me encontré a un Aiden con dos bocadillos grandes mirando el portátil. Sus ojos me recorrieron completamente mientras me acercaba a la cama.

Me agaché y le planté un beso en los labios. Él sonrió contra mi piel y no tardó en intensificarlo. Poco después, me aparté de él suavemente, me solté a su lado en la cama y comimos los bocadillos en silencio.

Cuando terminamos cogí aire.

—Tengo miedo – reconocí.

Me miró unos segundos y luego alargó los brazos para abrazarme con delicadeza.

—Es normal tenerlo, Ash – murmuró contra mi cabellera – Pero no va a pasarte nada. No dejaré que te pase nada.

En algún momento me quedé dormida con los brazos protectores de Aiden a mi alrededor. Ya no me quedaban más lágrimas. Ese había sido probablemente el peor día de mi vida. Bueno, casi el peor.

Porque aún tenía uno que era imposible quitarlo del primer puesto.

•✦───────────•✧

Me había sumido en mi propia miseria para llorar sin parar, apoyándome en Aiden como si fuera mi ancla.

Ya había pasado casi una semana desde que había recibido la llamada de Robin.

Mike no me hablaba.

Aiden y yo no habíamos aclarado qué sucedía entre nosotros, pero de tanto en cuando me sorprendía besándome sin aviso.

Y yo no estaba muy acostumbrada a que me sorprendieran con besos.

No estaba segura de si podría volver a amar como amé en cierto momento, y tampoco estaba segura de querer una relación. De hecho, creía que nunca lo estaría.

Sirimiri entre cicatrices Donde viven las historias. Descúbrelo ahora