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Cuando salí de esa habitación casi una hora después, me dolía la cabeza.

Luke había acabado de firmar un par de papeles y ahora mismo estábamos bajando las escaleras todos.

Hasta Jason y los gemelos habían venido al hospital para ver qué había pasado.

Supuse que Aiden los había informado, porque cuando salí ya estaban enterados.

Aiden había estado conmigo en todo momento, menos cuando yo le había pedido que me dejara hablar a solas con Luke. Ni siquiera había dudado en traerme y se había quedado haciéndome compañía.

A demás, había descubierto que su hombro era de lo más cómodo.

—¿Podemos ir a comer a un restaurante? – preguntó Mike asomándose entre Axel y yo.

La verdad era que tenía hambre.

—¿Invitas tú? – pregunté.

—No, pero tu novio es prácticamente rico – le dirigió una mirada a Axel, cómo buscando apoyo.

—Eso es verdad – coincidió este.

Suspiré sonoramente y observé cómo Aiden conversaba tranquilamente con Luke y Jason.

Bueno, con conversar me refería a que los escuchaba y hacía pequeñas aportaciones. Aiden me observó con una sonrisa cuando me vio mirándolo y se acercó a mí trotando.

—¿Ya te ha amenazado? – pregunté señalando a Luke con un gesto de cabeza.

—Algo así.

Lo miré inquisitiva y él se encogió de un hombro.

—Me ha dicho que cómo te haga daño me va a cortar la garganta lentamente y me va a dejar morir desangrado en algún callejón oscuro y peligroso.

Intenté no reír mientras él observaba distraídamente la recepción del hospital.

—¿Tienes hambre? – me preguntó.

Mi estómago rugió sonoramente, cómo respondiendo a su pregunta.

—Ashley, no puedes pasarte tantas horas sin comer.

Puse los ojos en blanco mientras observaba cómo el aparcamiento se extendía ante nosotros.

—Es verdad, Ashley – coincidió Mike apareciendo al lado de Aiden – Deberías llevarnos a todos a comer a algún sitio – y le sonrió angelicalmente.

—Un buen plato de espaguetis no estaría mal, la verdad – añadió Axel, que se unía a la conversación por mi lado.

—A mí me apetece sushi – Mel al lado de Mike.

—Yo quiero carne – ese era Luke.

—Yo también opto por carne – Jason también tenía opinión, claro.

—A mí me da igual – dijo Maya mirando su teléfono.

—Yo quiero pizza – añadió Hope, que se había puesto delante de la fila y caminaba de espaldas para mirar a Aiden.

—A ti nadie te ha preguntado – dijo su hermano.

—Cállate, capullo.

Este le miró ofendido, pero no dijo nada.

Aiden resopló sonoramente y se detuvo al lado del Porsche negro. Me miró unos segundos y yo casi reí.

Todos estaban delante de él, poniéndole lo que parecían morritos y hasta Mike y los gemelos juntaban las manos, cómo si rezaran.

Sirimiri entre cicatrices Donde viven las historias. Descúbrelo ahora